AMORÍO SECRETO
—Oye querido, ¿Recuerdas quién soy yo? —preguntó para saber si su prometida era o no Dayana Franco.
—Eres la luz de mi vida, la dueña de mi corazón, el ser más bello que mis ojos ven cuando me poso en el marco de ...
—Mi.… Mi apellido, tan solo eso quiero saber —lo interrumpió pues sus palabras ya habían conseguido hacerle temblar.
—Oh tú apellido es Franco, Dayana Franco —aclaró él bastante bien para estar embriagado.
Pero eso no era tan importante, como el hecho de que estaba medio desnuda en frete del prometido de la dueña de la empresa en donde trabajaba su esposo. El calor le volvió a subir, pero de la vergüenza, observó su vestido con intención de vestirse y largarse lo más pronto posible de este lugar. Dayana Franco, podría entrar en cualquier segundo y si los viese así se iba a armar un escándalo. Pero de repente siente que le sujetan del brazo al intentar levantar su vestido.
—Luces cómo tan hermosa. Como Eva en el paraíso —dijo él haciendo que el calor de su cuerpo se acumule en su entrepierna.
Con gran fuerza el hombre con los ojos ahora entrecerrados la atrajo más cerca suyo, obligándole a doblar un poco su espalda y consiguiendo que sus labios estén a tan solo centímetros de distancia, como lo estarían las abejas del polen en un ramo de flores. Sabía que debía de apartarse de él, ponerse su vestido y largarse del cuarto. Pero él alcohol, la excitación o el calor que su cuerpo sentía, le impulsó a unir sus labios finalmente a los del hombre. Es así que empezaron a basarse, él sentado y ella inclinada y semidesnuda.
De repente sintió que él se echa para atrás, llevándola consigo, por lo que Viviana se subió a la cama colocando sus piernas a cada lado de la cintura del hombre y aunque le parecía injusto que él siguiese completamente vestido, le permitió acariciar su cintura y espalda. Pero entonces sus empezaron a bajar por su cintura haciéndole sentir como si una serpiente se le estuviese arrastrado encima, justo entonces él aprieta cada lado de su cadera y de un vuelco la pone debajo suyo.
—No temas amor... Mi virilidad te pertenece sólo a ti —sentenció él y ella trago saliva ante esa declaración.
Tan excitada estaba no le importo si el pensara que era otra persona, ni tampoco opuso resistencia en lo absoluto, cuando sus labios invadieron nuevamente los suyos. Ambos se besaron, sin importarles, en lo más mínimo, que alguien entrase por la puerta y los descubra pecando. Al terminar de besarle sus labios empezaron a bajar hasta su cuello y sus manos subieron por su estómago hasta llegar a sus pechos, dónde removió su sostén y empezó a masajearle la teta izquierda. De repente su entrepierna siente una profunda sensación de dolor, pero de todos modos ella permitió que el hombre de ojos entrecerrados continúe, hasta que sintió como el orgasmo le mojaba toda la bombacha.
Finalmente, la calentura que la atormentaba empezó a desvanecerse y aunque parte de ella quería continuar, la otra quería llorar por lo arrepentida que se sentía. Así que, con todas sus fuerzas, hace a su paciente a un lado y se levanta velozmente de la cama, para poder vestirse. Al recoger si vestido Antonio Del Valle no mostró ninguna objeción, tan solo sé acostó boca arriba en la cama, al parecer el alcohol lo había vencido y ahora estaba dormido, incluso así viéndose apetecible.
Al estar nuevamente vestida, aunque desarreglada, se dirigió a la pueta respirando más tranquila y queriendo pensar, que todo esto sólo sé debió al consumo de alcohol.
—Té Amo, Viviana Barbosa
0 comentarios
Es necesario iniciar la sesión en su cuenta para poder dejar un comentario
IngresarEliminar comentario
¿Está seguro de que desea eliminar el comentario?
Eliminar CancelarEl comentario se eliminará de forma permanente.
Bloqueo de comentarios
¿Realmente quiere prohibir a comentar?
Prohibir Cancelar