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Fragmento:
Él es un mujeriego de treinta años que debe casarse con la chiquilla huérfana de los antiguos socios de su padre.
El problema es que ni siquiera la conoce y por la edad piensa que es una mocosa malcriada a la que debe terminar de criar, además no está dispuesto a renunciar a su vida de Playboy por ella.
Llega al club y sus ojos se posan en una sensual rubia que está coqueteando con su peor enemigo y cuando se entera que es la misma chiquilla a la que está prometido, la rabia lo consume y no se aguanta.
—¿Quién diablos te crees tú para ponerme tus sucias manos encima? —Me grita molesta al tiempo que intenta soltarse de mi agarre.
—Suelta a Layla ahora mismo o no respondo —amenaza Lombardi.
—¿Y si no quiero?, ¿qué harás pedazo de imbécil? —Lo reto al tiempo que doy un paso adelante sin soltar a Layla quién ahora está enterrandome sus uñas para que la suelte.
»Cariño, no es momento que me arañes, ya tendremos tiempo para esos jueguitos —digo guiñandole un ojo.
—¡Eres un atrevido! —exclama molesta mientras se ruboriza...
—Tú vienes conmigo, no dejaré que me pongas en ridículo.
—¿Qué?, ni siquiera sé quién eres, no iré contigo a ningún lado. Ustedes hagan algo: llamen al dueño o encargado —dice al tiempo que fija su atención por primera vez en mi amigo—. Matteo, ayúdame no sé quién es este loco, no sé de dónde ha salido.
—Mucho gusto, Alessandro Greco, tu futuro esposo —digo de forma sarcástica.
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