¡Sorpresa!
Hola, mis amores!
Estoy feliz porque me han desbloqueado el blog y ya puedo escribirles. Todavia sigo en la espera de que me debloqueen el libro, pero mientras tanto...
Por aquí ando yo editando la primera parte de la bilogia y he querido dejarle uno de los fragmentos que seran agregado a su version impresa y que no salen en el borrador que he subido.
¡Adivinen la scena!
—¡Evans! —La voz femenina hizo que ambos se tornaran hacia el otro lado de la calle. Sheryl miró de un lado y luego hacia el otro antes de cruzar. Se encaminó en dirección de ellos con pasos apresurados.
—¡Hey, Hola! —saludó, jovial cuando estuvo lo suficientemente cerca para ser escuchada—. Eres un zorro escurridizo. He tratado de comunicarme contigo, pero no ha habido forma. Evans la encontró la menos oportuna.
¿Qué debía hacer para hacerle entender que no estaba interesado en hablar, ni reunirse con ella?
—He estado muy ocupado —repuso seco.
Con una sonrisa de lo más fingida, Sheryl repasó de pies a cabeza a su acompañante de abajo, pasando por el sencillo vestido blanco, que bien podría prestarse para una novia; torció el gesto en desaprobación, hasta llegar a su rostro donde ella, al ver de quien se trataba, perdió el color de su cara.
—Tú. —tragó en seco, incrédula.
Katia levantó las cejas de manera interrogativa.
—Sí. Ella —replicó, Evans, mirándola con desconfianza.
—Pero no se supone que estabas muerta. —Seguía sin salir de su asombro.
—Nadie nunca la declaró muerta. —El tono agrió y molesto de Evans la obligó a reponerse un poco de la fuerte impresión—. Estuvo desaparecida. Nada más.
Ella lo miró, tratando de recuperar la compostura.
—Sí, claro —dijo, mostrando una sonrisa tensa—. Por eso lo digo. Yo asumí que...
—Por suerte no todos asumimos lo mismo —la cortó, irritado—. No paré de buscarla y aquí está. —Él le pasó un brazo por encima del hombro a Katia y la pegó más a su persona—. Viva y en plena salud.
—Pero sin memoria —intervino, Katia.
Evans le dedicó una mirada reprobatoria.
El semblante de Sheryl cambió de preocupado a mostrar cierto alivio.
—Cuánto lo siento... Pero siguen juntos, ¿no es así?
—Más unidos que nunca —contestó el y luego le dio un beso a Katia en la cabeza.
—Me alegro tanto —incluso para ella sonó falso—. Es un gusto que hayas regresado. —prosiguió mirando a Katia antes de desviar la mirada con rapidez—. Bueno, he quedado con unas amigas y ya se hizo tarde. Mejor voy andando ya.
—Entiendo. Feliz resto del día. —La despidió Evans, loco por perderla de vista al tiempo que sorprendido por su reacción.
—Igual.
Sheryl se giró y se marchó con los pasos tan amplios como su falda de tubo le permitió el andar. Parecía que le hubieran prendido fuego a la acera y ella intentaba alejarse de él lo más rápido posible.
—¿Y ella es? —demandó Katia. Ambos seguían con la mirada en la espalda de Sheryl hasta que dobló en la esquina y ya no pudieron verla más.
—Una vieja conocida.
—Una vieja conquista, queras decir. —No fue un reproche. A pesar de que la chica era bonita con un porte glamuroso, no le inquietaba. Creía a ciegas en el amor de aquel hombre. Él se giró y rodeó su cintura.
—Nadie importante —dijo con el ceño fruncido.
—¿Qué pasa?
—No me gustó que le hayas dicho que no tienes memoria.
—Bueno, no soy tonta, es obvio por su reacción que no somos amigas, pero si es alguien que conocí en mi vida pasada es lógico que se diera cuenta de que no la recuerdo —se defendió.
—Te puedo confirmar que no, no eran amigas, pero, aunque lo fueran, no quiero que andes diciéndole a todo el mundo que no recuerdas.
Si bien él mismo la había interrogado tras la desaparición de Katia, su actual reacción lo dejó confundido.
Ella soltó un fuerte suspiró. No entendía su petición y preocupación.
—Prométemelo, por favor —pidió, haciendo un mohín.
Katia sonrió.
—Tú sabrás más que yo. —Se puso de puntillas y le dio un beso—. Está bien. Te lo prometo.
XOXO
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Indhira,
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