Mi pequeño demonio ¡Actualizada!
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Mi pequeño demonio
Capítulo 8 Una alucinación
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Fragmento:
―¿Eres tú… mi…mi señor? ¿Es acaso una alucinación?
Susurra tan bajito que su voz apenas puede escucharse.
―No, mi princesa, no soy una alucinación ―una lagrima se desliza por mi cara al verla tan destrozada―, estoy aquí, solo por ti, para llevarte a casa, al lugar de donde nunca debiste salir.
Le coloco la chaqueta para cubrir su cuerpo desnudo y apenas lo hago, suelta un lacerante quejido que me destroza el alma.
―Shhhhhhh, sé que duele, preciosura, pero necesito cubrirte para sacarte de aquí.
Su hermosa cabellera larga ha desaparecido y su cuerpecito tienes marcas tan profundas que dudo alguna vez puedan borrarse.
―Rodéame con tus piernas, cariño… es hora de irnos a casa.
Sus manos aún siguen atadas de las cadenas, así que le pido ayuda a Cristopher, para que las desate mientras la sostengo.
―Christopher, quita las correas.
―Sí, señor, de inmediato.
Una a una las va soltando y puedo ver las dolorosas marcas oscuras que han quedado en ambas muñecas.
―Salgan rápido de este lugar y llévatela lejos. Yo me encargo de todo.
Sus brazos inertes cuelgan alrededor de mi cuello y su frágil y lastimado cuerpo apenas puede sostenerse al mío.
Al salir, encontramos a Pullman y a Stone, quienes han logrado inutilizar a todo el equipo de seguridad del edificio.
―Rápido ―insiste Pullman―, Stone ha encontrado una salida que nos llevará por un pasadizo hacia el otro edificio, evitando que nos encontremos con la policía. Sígannos, antes de que nos localicen.
Atravesamos los corredores y al salir del edificio nos espera un par de camionetas que me encargue de pedir a mi equipo de seguridad, que se trasladó hasta este estado, en una avioneta particular que designé solo para ellos, para que nos respaldaran a la hora de cualquier imprevisto.
―Cristopher, iras conmigo en la primera camioneta, el resto del equipo que se traslade a la otra, quiero intimidad para mi mujer y para mí.
Subo a la camioneta y la siento sobre mi regazo, encajándome entre sus piernas, para no hacer contacto con su espalda y sus glúteos y evitar lastimarla. Se queja del dolor continuamente y eso me está matando poco a poco.
―Christopher, al aeropuerto… ¡de inmediato! Tenemos que llevarla urgentemente a la clínica, pero no quiero hacerlo aquí, lo haremos cuando estemos en Nueva York. Avísale a la doctora Kennedy, que estamos en camino, que necesito a todos los putos doctores que sean necesarios para que atiendan a mi mujer.
4 comentarios
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IngresarQue emoción ahora están juntos T_T
Emjane27, Siiiiiiiiii
Me encanta por suerte ya la pudo rescatar su señor Abel eso me pone feliz.
Teresita J Ortiz S, Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, ya la tiene con él
Oh lastima que no puedo comprarla pero está buena te felicito es ta rebueno
Audy Rebeca Tijerino, Muy emocionante, pronto, sorteo de códigos!
Hola me encantaria poder leerla pero bueno te felicito excelente me encanto lo poco que pude leer??
Jennifer Henao, Gracias, cariño, pronto sorteo de códigos
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