Bajo el calor de la pasión (Réquiem 2) Actualizada
Ya disponen de un nuevo capítulo de esta historia
Bajo el calor de la pasión
(Réquiem 2)
Capitulo 21
+18
En proceso
En venta por suscripción 1.50 USD
Fragmento:
―Será mejor que levantes tus manos lentamente y no hagas nada estúpido o te juro que voy a depositar un par de balas en tu pecho ―lo amenazo―. Te vas a quitar la correa del pantalón y cuando lo hagas, te giradas de espalda a mí ―le ordeno. Sin embargo el maldito se resiste, así que rápidamente, le doy en la frente con la pistola y lo hago retroceder unos cuantos pasos ―. Vas a obedecerme hijo de puta, o la próxima vez no seré tan condescendiente.
Su mirada es implacable, sin embargo, se atreve a ladear su boca y asomar una sonrisa divertida, como si esto se tratara de un puto juego. Así que llena de furia, vuelvo a soltar una nueva amenaza.
»O quitas esa maldita sonrisa de tu cara o te la arranco a golpes.
―Lo que usted diga, jefa.
¿Jefa? ¿Se atreve a burlarse de mí?
―¡Cállate! ―le grito furiosa. Me acerco a él y coloco la pistola en el medio de su frente, sin embargo, ni se inmuta―. ¡Dame la maldita correa! ―extiende su mano y con una nueva sonrisa, me hace entrega de ella― ¡Voltéate, ahora mismo!
De repente, la cerradura de la puerta suena y eso me hace soltar la correa, dejándola caer al piso. En una reacción inmediata, giro al hombre y lo pego contra mi pecho e instalo la pistola en su sien, si he de morir, me llevaré a unos cuantos conmigo.
Cuando finalmente, la puerta se abre, no puedo creer lo que estoy viendo. Caín, Donovan y Paúl, están parados allí, sorprendidos con lo que están viendo y yo solo dejo salir mis lágrimas, emocionada porque los tres hombres a los que más amo sobre la tierra, están sanos y salvos, y han venido por mí.
―¿Mía cara? ―la voz de Paúl es la primera que escucho y eso hace que cada poro de mi piel se erice con intensidad―, ¿puedes por favor bajar la pistola?
Estoy en shock. Las lágrimas siguen cayendo y ni siquiera puedo hacer lo que me pide.
―Nena, por favor, haz lo que se te pide ―esta vez es Caín el que me habla y los latidos de mi corazón se aceleran desbocados―, aparta la pistola de la cabeza de Tanaka, él no te hará daño, cariño.
Con mi mano temblorosa, quito el arma de la cabeza del hombre y una vez abajo, entra Donovan y me sujeta entre sus brazos.
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