Su sumisa por equivocación... ¡Actualizada!

Su sumisa por equivocación

Capítulo 8 Éxtasis

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Fragmento:

―¡De rodillas dije!

Algo sucede dentro de mí, cuando me habla con esa autoridad que hace que la parte baja de mi cuerpo se contraiga, con un dolor exquisito y placentero. Me atrevo a levantar la mirada, pero nada me prepara para ver a la belleza de hombre que se encuentra frente a mí.

Sé que lleva una máscara y la baja intensidad de la luz, no me permite ver mucho más, pero soy capaz de notar que bajo ese traje a la medida de tres piezas, hay un cuerpo musculoso y apetecible en todos los aspectos… sin embargo eso no es suficiente para aceptarle a este troglodita, que me trate como si fuera su esclava.

―¡Hey, tú!

¡Error! Se acerca a mí en un par de pasos y me toca alzar la mirada, pues me lleva al menos veinte centímetros de diferencia, a pesar de mi 1.78 de estatura. Quien diría que mi curiosidad me llevaría a la tierra de los gigantes.

―¿Tiene problemas para seguir ordenes, señorita?

No me queda otra que ser obediente, hasta que sepa cómo, salir de este serio aprieto. Así que me arrodillo frente a él de la misma manera que lo hizo la Steel, delante del señor Grey.

―¡Los ojos al piso!

Pero… ¿Este idiota pretende que me arranque los ojos y los deje rodar como canicas por el suelo?

Tengo ganas de poner a este cavernícola en su lugar, pero luego recuerdo que vine a este sitio haciéndome pasar por otra y de seguro que si me descubren va a ser mucho peor para mí y no sé si este tipo pertenezca a alguna secta satánica y luego quiera desaparecerme, para evitar que delate este lugar… solo de imaginarlo me da terror. Así que mejor boca cerrada y así no entran moscas en ella.

»No me gusta repetir mis órdenes, así que de ahora en adelante, recibirá un castigo ejemplar… es el momento de descubrir cuanto dolor es capaz de recibir usted, señorita mía.

Y sigue este con la misma lata… que asunto se trae con el bendito dolor, porque si resulta que este también es sádico como el de las 50 sombras, ni sueñe que le voy a permitir que me azote el culo con una correa… porque si me llega a tocar, juro que se me sale la bruja que llevo dentro y le monto los cien mil conjuros... ¡Al menos eso creo!

»Bien, señorita, ya que comenzamos a entendernos, desde este momento deberá seguir mis órdenes al pie de la letra, no voy a aceptar nuevas faltas, porque seré severo y las sancionaré con castigos ejemplares, que con gran placer desfrutaré al máximo… ¿Entendido?

¡Maldita curiosidad que acaba de matar al gato!