Su sumisa por equivocación... ¡Actualizada!
Su sumisa por equivocación
Libro 2 de la Serie Por Equivocación
"Últimos capítulos"
Capítulo 39 Amor no correspondido
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Fragmento:
―Siéntate y espérame aquí, regreso en un segundo.
Sale del apartamento, así que aprovecho la oportunidad de dejarme caer tendida sobre el sofá, mientras me hundo en el mar del despecho y el dolor. Unos minutos después, regresa con un par de botellas de champan y le agradezco por el gesto porque ahora mismo se me da bien ahogar mis penas con unos cuantos tragos de licor. Llenas las copas con el líquido y luego se sienta a mi lado. De repente me toma por la cintura y me sienta en su regazo. Me dejo caer sobre su pecho y cierro los ojos para recordar la frialdad que mostró Esteban cuando me encontró junto a él.
―¿Él es alguien especial para ti? ―pregunta a la vez que me entrega una de las copas―. Estoy seguro que ese hombre significa mucho para ti.
Sorbo todo el contenido de la boca, porque esa pregunta me provoca mucho dolor. Me arranca la copa de la mano y vuelve a llenarla.
―Toma cariño, pero bébelo con calma.
Vuelvo a colocar mi cabeza sobre su pecho mientras bebo de la copa.
―Sí ―declaro sincera―, estoy enamorada perdidamente de él, pero ya eso no importa de nada.
Se queda en silencio durante un rato y luego comenta.
―Así que supongo que lo que acabas de confesarme echa al trasto todas mis intenciones contigo ―me dice apesadumbrado―, porque nunca te había escuchado expresarte de esa manera… ni siquiera por mí.
Lo pienso durante un rato, porque sus palabras me hacen pensar al respecto, así que decido contestarle con el corazón en la mano.
Yo te amé con toda el alma, Félix, pero lo que hiciste me hizo mucho daño en su momento. Luego con el tiempo mis heridas fueron sanando y entonces lo conocí a él. Me había negado a volver a sentir por otro, lo mismo que un día sentí por ti porque tenía miedo a ser lastimada una vez más, sin embargo, ese hombre lo cambió todo ―tomo un sorbo de mi copa ante de continuar con mi historia―, él se fue metiendo por mi piel lentamente hasta que logró llegar a mi corazón y derrumbó de un soplido todas las paredes que había construido alrededor de ese musculo tan sensible que se había negado a sentir de cualquier manera, pero fue suficiente para que lo hiciera latir con fuerza y sonara tan alto como el rugido de un león.
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