CAPÍTULOS PUBLICADOS
Mis amores, les traigo pequeños fragmentos de los capítulos de hoy. Anímense y vayan a darle una oportunidad (Emoji de carita sonriente sonrojada)
PERVERSO SIN COMPASIÓN:
—Disculpe—levanto la mirada y me quedo sin habla.
Mi estómago se encoge, mi corazón late a un ritmo acelerado. Siento emoción por volver a verlo, por un instante quiero lanzarme a sus brazos, está más guapo de lo que lo recuerdo, sus hombros son más anchos y su barba de dos días adornan sus facciones.
—Discúlpame a mí—nuestras miradas se cruzan—hola Briana, que gusto verte después de todos estos años. ¿Cómo has estado?
Su pregunta me hace pensar en todo lo que he pasado, todo lo que vivo a diario por su culpa, por su traición y es cuando mi corazón se encoge.
—He estado muy bien, debo irme.
Intento caminar para alejarme y su mano roza mi brazo intentando detenerme.
—Briana, solo quiero saludarte.
Se pone delante de mí para impedir que siga alejándome. Miro sus ojos, sin dudas es él; a pesar del tiempo tiene la misma mirada, eso es lo que lo diferencia de Sebastián, su mirada está llena de vida, de esperanza. Siempre soñó con tener el mundo a sus pies y de pronto lo recuerdo, acostado en la manta desnudo, con una mujer entre sus brazos y es cuando mi gesto se vuelve duro, es cuando reprimo todo sentimiento de afecto.
Es cuando decido que su presencia nunca más volverá a afectarme.
“Te quise tanto Pietro, pero con la misma fuerza que un día te quise ahora te desprecio”
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FRAGMENTO DE EL INDOMABLE
—¿Y quién dice que voy a ir? A mí nadie me dice que hacer, yo hago mi propio camino, a veces no sigo las reglas, me miran extrañados porque hago lo que se me antoja, pero no me importa… Nadie va a venir a dominarme.
Me quedo escuchándolo y me da un poco de envidia sana, a pesar de que he sido caprichosa y mi padre me ha dado todo lo que le he pedido, siempre he seguido las reglas. Durmiendo temprano, siendo la primera de la clase, cumpliendo con el trabajo que mi padre me asignó en el hotel; he cumplido las normas.
He dado lo mejor de mí en cada momento y lo único que saqué fue que casi fui abusada. Es momento de hacer lo que yo quiero, pensando en mi felicidad primero.
—¿En qué piensas?— Leo llama mi atención.
—En que lo que haces está mal—quiero molestarlo.
—¿Quién mide lo malo y lo bueno? Ojo no voy por la calle matando perritos—sonrío ante su tontería—hago lo que quiero sin hacerle daño a nadie.
—¿Y a mí?
—A ti no te hice daño… Al contrario, yo diría que has disfrutado mucho de mi compañía y atención.
Me quedo en silencio y veo que sale de la carretera, un miedo natural empieza a crecer en mi pecho.
“Es de día, es Leo, tranquila”
—¿Sucede algo?—pregunta preocupado cuando nota que empiezo a hacer mis ejercicios de respiración.
—Nada ¿A dónde estamos yendo? No me gusta esto—bajo el tono de voz—Me estoy asustando.
Confieso y él me mira inmediatamente para darme una sonrisa tranquilizadora.
—Tranquila princesa que no voy a lastimarte, solo quiero que hablemos.
Se estaciona, bajamos del auto, no espero que él me abra la puerta y empiezo a seguirlo, sonrío ante lo que hay frente a mis ojos.
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