Nuevo capítulo de "La concubina del Zar"

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S I N O P S I S 

El dominio del imperio de Клыки se ha extendido por toda Europa gracias al severo temple del nuevo Zar: Alexei Dyatlov. Él y su hermano menor, Ilya, han arrasado con cada reino y criatura que se resista a su autoridad, ayudados por un pequeño pero letal ejército y desde luego, por el poder de la naturaleza que llevan en la sangre.

Los hermanos Dyatlov son una calamidad, el fuego del infierno encarnado y desatado en la tierra. Son la ley, son la mafia, hambrientos de supremacía y placer por igual. Son guapos, poderosos e implacables, no hay milicia o damisela que se les resista. Ojos azules, una herencia multimillonaria y las tendencias violentas les fueron heredadas pero no únicamente eso, sino la sangre maldita de un demonio milenario, un roba almas, un come mundos: Bilzenizh.

Sedientos de poder, los Dyatlov ponen su mortífero ojo en Rutschen, una población de Schlange, una legendaria raza de nigromantes descendientes de La Gran Serpiente de Oro, a los que consideran inferiores y problemáticos. Lo que nadie conoce, es que existió una profecía que vaticinaba el final de la raza demoniaca en fauces de una serpiente, y que esa es la razón principal de la imparable ira de la estirpe soviética.

En su enfrentamiento final, llevado a cabo tras la muerte de Alexei I, el káiser teutón muere. La cruel tradición del ejército comandado por Dyatlov dicta secuestrar, torturar y finalmente asesinar a un soldado de las tropas enemigas con fines de diversión, y esta ocasión no es la excepción. Sin embargo, ellos no saben que han tomado a un soldado especial: Sonne, la hija del káiser y la próxima en la línea al trono.

Sonne es una rebelde pero dulce joven, en cuya voz se esconde un mortal poder especial. También es una hembra fértil en un mundo moribundo, y una belleza incomparable que desata las más perversas fantasías en cualquiera que la mire. Hay ciertas cosas que los viles Dyatlov le hacen a sus víctimas hembras en busca de regocijo carnal, pero Sonne no es cualquier esclava, y el zar pronto aprenderá a disfrutarla.