Perverso sin compasión, DESCUENTO 30%
Mis amores, no se pierdan "Perverso sin Compasión" con el 30 % de DESCUENTO
PEQUEÑO FRAGMENTO:
El hombre que viene corriendo debe ser de su gente, porque no recuerdo haberlo visto antes.
—¿Qué sucede?—le habla serio.
—Me acaba de avisar que están viniendo la gente de Caruso—me da una mirada rápida y un ligero saludo con la cabeza.
—Por favor ya vete —mi voz sale en súplica hacia Pietro— si los ven acá nos matan a los tres… Mientras ustedes huyen yo los detendré.
Estoy decidida a avanzar y Pietro me lo impide.
—¿A dónde vas? Te dije que vienes conmigo—está tranquilo a pesar de que su hombre empieza a impacientarse y mirar disimuladamente a través de la cerca alta de madera que nos cubre.
—Debes estar bromeando—estoy incrédula.
—Nena, no bromearía nunca con algo así.
—Sigues siendo un irresponsable que no piensa en las consecuencias de sus actos—le hablo con desprecio.
—Irresponsable o no, no voy a permitir que te quedes al lado de Bernardo.
—Bernardo te cortará la cabeza… A ambos, así que por el bien de todos, deja que me vaya—me mira ladeando la cabeza.
—¿Quién te ha dicho a ti que le tengo miedo?
Estoy por hablar y el hombre me interrumpe.
—Por favor señor, ya vamos, estamos en peligro… El zanate ya cumplió con su parte, estamos solos ahora.
Lo noto nervioso y no es para menos, si los atrapan morirán sufriendo de manera cruel.
—¿Desde cuándo te volviste un cobarde Gregorio?—Pietro le habla firme.
—Con todo respeto señor, morir acá sería en vano.
—¿Quién dijo que vamos a morir? Ya nos vamos—se escuchan voces acercándose, sujeta mi mano para empezar a caminar hacia el lado contrario de la casa.
—Yo no me voy—frunzo el ceño y hago fuerza.
—¿Quieres quedarte a que te siga golpeando?—susurra
Solo Dios sabe cuánto deseo escapar de esto, pero Bernardo sabrá que fue Pietro y empezará una matanza, los Caruso contra los Giannotti, mi familia también moriría y no soportaría que pase eso por mi culpa, si alguien tiene que morir que sea solo yo.
—Eso es lo que prefiero—lo hablo con la mirada al suelo y voz baja, no tengo el valor para mentirle a la cara.
—Lo imaginé—lo miro a los ojos—lo hago por tu bien.
—No necesito que alguien haga algo por mí, mucho menos tú.
Estoy hablando y Pietro estira la mano para que Gregorio le alcance una cinta gruesa, estoy por gritar y me tapa la boca, juntos me sujetan las manos, estoy inmovilizada, pataleo, pero de nada sirve. Pietro me levanta a su hombro y empieza a caminar conmigo cargada.
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