Pocas horas de descuento Amor y negocios
Amor y negocios
—Sí señor, dígame —dijo en tono muy bajo.
—¿No trae algo para anotar?
—Oh, lo siento ¿Me permite? —se inclinó sobre el escritorio de él, tomó un pedazo de papel y una pluma que estaba cerca del borde.
—Listo —sonrió tontamente
Arnaud se quedó pasmado, no podía creerlo. Después de todo es solo una pasante, se dijo.
—Bien, siéntese ¿O se va a quedar parada todo el rato?
—¿Será mucho señor?
Él la miró con gesto de asombro, nunca había oído ni visto tantas impertinencias juntas.
—¿Tiene prisa? —preguntó Arnaud con molestia.
—No, no señor —dijo y se sentó sonriendo.
—¿Es pasante de qué? ¿Qué estudia?—preguntó con desdén.
—Administración señor.
—Bien, entiendo que no es una asistente experta, tampoco estoy esperando mucho: hable con las demás asistentes y consiga los números de todos en la organización, hice una lista de requerimientos, que la asistente de César se la haga llegar, hágale seguimiento, organice y reciba todo. Balances, estados financieros, estados de cuenta, listados de personal, informes operativos, actas de juntas de asamblea, informes de auditoría, reportes gerenciales, prepare o haga que le preparen resumen de todo esos en particular. Lo más importante los contratos y acuerdos comerciales, resumen de litigios…
—Anotado señor—dijo la chica interrumpiéndolo.
Él alzó la vista hacia ella.
—¡No está anotando nada! —exclamó frustrado.
—¡Ah!, tengo buena memoria, no se preocupe.
Él soltó un suspiro y la miró de forma reprobatoria, miró hacia otro lado y se colocó una mano en la frente, se inclinó sobre el escritorio.
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