RENACER

Corrí sin rumbo, no sabía adónde ir. Adonde podía ir en esta isla, estaba totalmente oscuro, solo la luz de la luna me acompañaba, las lágrimas no cesaban, aún sentía el ardor en mi mejilla. Llego un momento en que no me quedaron más fuerzas, las piernas me fallaron y me caí de rodillas sobre la arena y grité de impotencia, dolor, frustración y sobre todo de decepción, como demonios el día que se suponía el más feliz de mi vida término de esta manera.

A la mañana siguiente desperté por el sonido del mar y el sol quemando en mi rostro, abrí poco a poco los ojos, miré a mi alrededor y me había quedado dormida sobre la arena, no recordaba cómo había llegado a este lugar y en esos momentos recuerdos de la noche anterior llegaron a mi mente —son unos malditos, mil veces malditos —grité con todas las fuerzas, esperaba que esto calmara o consolara el dolor que estaba sintiendo.

—Kia para de llorar los que te fallaron fueron ellos —me decía internamente. Me levante con las pocas fuerzas que me quedaban, moría de sed y tenía un fuerte dolor de cabeza, camine a hurtadillas, no quería encontrarme con nadie, no quería que me vieran en este estado.

Me metí a la que se suponía sería mi habitación, no vi a Kevin por ningún lado, la cama aún mantenía la decoración para celebrar nuestra primera noche de bodas, por lo visto no había dormido acá sino con Rubí —sonreí con ironía y llena de coraje tire de la sabana, tirando todos los pétalos que había sobre la cama al piso. Me metí al baño, vi mi reflejo en el espejo y era un desastre total, el maquillaje se me había corrido y mi cabello parecía un nido de aves. Tranquilízate Kia esos dos no merecen tus lágrimas y mucho menos tu cariño, con aquello en mente me metí con todo el vestido bajo la ducha —después de un buen rato salí de la lluvia artificial, ya estaba más calmada al menos eso creía.

Salí de mi habitación hacia donde suponía estaban mis padres, estaba decidida, no podía seguir casada con Kevin.

A lo lejos visualice a mis padres junto a los señores Stone —al verme sonrieron.

—¿Cómo amaneciste querida? —era la madre de Kevin quien me saludaba, ignore su pregunta.

Espero que hayas amanecido mejor, tu esposo dijo que estabas muy mal y por eso seguiste durmiendo —sonreí de costado, que tal mentiroso. Siempre fue un ser tan despreciable y yo era la única que no se dio cuenta.

—Regresaré a Galicia, no pienso quedarme ni un solo segundo más en esta isla —todos los presentes me miraron sorprendidos, no tenían idea o si la tenían se estaban haciendo los idiotas.

—¿Qué pasa hija? —dijo mi madre poniéndose de pie.

—Pregúntale a Rubí y Kevin —dije mientras dirigí mi mirada hacia los dos que llegaban hasta donde estábamos — ambos estaban muy sonrientes y alegres. Estaban actuando como si no pasara nada, como si lo que hicieron fuera lo más normal del mundo, nunca creí que podía existir este tipo de personas, eran tan repugnante, de solo verlos me revolvía el estómago.

—¿De qué está hablando tu hermana? —pregunto mi padre quien dirigió su mirada hacia Rubí.

—No tengo idea —respondió la muy fresca, al escucharla empecé a reír como una desquiciada, estos dos estaban a punto de volverme loca si es que ya no lo había hecho. No tenía ganas de explicar mas así que camine hacia ambos, vi a Rubí colocarse detrás de Kevin —me quite el anillo y se lo tire.

—Quiero el divorcio —dije sin el menor reparo, todos los presentes me quedaron mirando.

Me giré y salí de ese lugar dejando a todos los presentes confundidos. Bueno menos a dos de los presentes, me metí a mi habitación nuevamente quería recoger mis cosas y salir de este maldito lugar. Escuche golpes en mi puerta, respire profundo y procedí a abrirles —eran mis padres.

—¿Nos puedes explicar que estás haciendo? —gruño mi padre ni bien entro a mi habitación acompañado de mi madre.

—Simplemente me divorciare de Kevin, no quiero estar junto a un hombre que se burló de mis sentimientos.

—¿De qué estás hablando hija? —no entendemos nada.

—Pasa que su hija la que se supone es mi hermana se acostó con mi esposo y eso no es de ahora sino dese hace mucho tiempo, eso es lo que pasa —Kevin y Rubí son amantes… ¡amantes madre! —grite.

—Hija no puedes dejarte llevar por el coraje, todo hombre puede tener su desliz, ahora está casado contigo y eso es lo que importa.

—No podía creer que lo que acababa de escuchar, te das cuenta lo que estás diciendo; la mujer con la que me engaña es mi hermana —grite.

—Tranquilízate y piensa mejor las cosas, nuestro apellido está en juego —intervino mi padre.

—Son tan enfermos como Kevin y Rubí, me repugnan —grité.

En instantes sentí un fuerte golpe en mi mejilla, era mi padre quien se atrevió a golpearme. No sé si me dolió más el golpe o la indiferencia de ellos, su poca empatía con mi dolor. Mi padre me tomo del hombro y me samaqueo —te casaste con ese hombre y te aguantas, nadie te obligo, tú lo elegiste.

—Reí como desquiciada, me solté de su agarre, los desconozco —grité y salí de la habitación. Camine sin rumbo hacia la playa, en medio de mi desorientación encontré el yate donde se suponía pasaría mi primer día de casada con Kevin.

Haces demasiado drama —escuche la voz de Rubí detrás de mí. Me gire y la observe de arriba abajo, la desconocía, no era la hermana mayor tierna y amorosa que siempre aparentaba ser.

Que tu hayas aceptado ser la amante y no tengas dignidad no significa que yo acepte lo mismo. Querías quedarte con Kevin, te lo regalo, te lo sedo, quédate con él.

—Tu regalarme a mí, no te sobrevalores hermanita, ese hombre nunca te amo. Eres una mojigata y lo que hiciste todos estos años es aburrirlo —dijo con desprecio.

—Quédatelo, no quiero verte nunca más en mi vida. Somos hermanas, pero desde hoy todo lazo será cortada contigo y con mis padres —dije mientras me subía al yate.

—Eres tan predecible y simple Kia —dijo mientras sonreía con malicia, disfrutaba mi dolor. Preferí subir al yate sin responder a su provocación.

Una cosita más, todos sabían de mi relación con Kevin eras la única ciega que no quería verlo —todos lo sabían, incluidos nuestros padres, sus padres y hasta tu querida Alexa. Siempre te odie y créeme que estoy disfrutando todo esto, no soportaba seguir fingiendo un cariño que no sentía… —¡te odio Kia! —grito.

Cada palabra eran puñaladas, todos estos años me vieron la cara de estúpida. En verdad eran mis padres, en verdad era mi hermana —este dolor era tan insoportable, no quiero seguir sintiendo este dolor, solo quiero dormir y no despertar.

Encendí el yate, caminé hacia la barra y me serví varios tragos —decían que el alcohol no curaba las heridas, pero si ayudaba a olvidar al menos por un momento. Camine hacia el timón del yate y aceleré como loca, quería sentir esa adrenalina, quería que todo se lo llevara la brisa marina. Después de manejar como loca, apague el motor y me quede en medio altamar. Ya era bastante noche, no había comido nada, solo era alcohol y mi dolor —camine apoyándome en las paredes hasta llegar a la que se suponía era la habitación.   

No sé cuánto tiempo paso desde que me dormí, pero sentía demasiado calor. Me moví con la intención de ir a darme un duchazo, me desperté de golpe al ver humo, me pare, corrí hacia la puerta, esta estaba cerrada —Dios.

—Ayúdenme… —Auxilio… Dios no quiero morir así, mi vida no puede terminar de esta manera —golpe y golpe la puerta tratando de salir, el poco oxígeno que quedaba en la habitación era cubierta por el humo, no podía entender que estaba pasando, la garganta me dolía de tanto gritar —sabía que estaba en medio de la nada y nadie vendría a auxiliarme, pero me negaba a aceptar que este fuera mi final. Llore, suplique que alguien me salvara, irónicamente deseaba que fuera Kevin quien me rescatara —deseaba que todo lo que viví en estos días fuera solo una pesadilla.

—Todo es real Kia, estas a punto de morir —me respondía mi subconsciente, pero me negaba a morir así, aún no me había vengado de esos traidores.

Mi respiración se volvió más complicada, el humo ya había invadido por completo el espacio reducido de mi habitación, caí al piso, empecé a toser, las fuerzas me están abandonado y solo podía arrastrarme.

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