RECOMENDACION| RENACER
Hoy es el día más feliz de mi vida, estoy a una hora de ser la señora Stone —me caso con el hombre más maravillo del mundo, fuimos amigos de juegos desde los 10 años y desde ese momento nunca más nos separamos. Cuando cumplí 18 años Kevin Stone me pidió en matrimonio y ahora 5 años después decidimos casarnos, unir nuestras vidas por siempre y para siempre.
Escucho la voz de mi madre llamarme ya debo salir, la ceremonia está por empezar y mi amado futuro esposo me está esperando en el altar.
Salgo acompañada de mi madre, estoy nerviosa. Una solo se casa una vez en la vida y es un momento que nunca más repetirás a excepción que te vuelvas a casar y eso es algo que nunca pasará conmigo, Kevin es el amor de mi vida.
Camino a paso firme, mi padre me está esperando. Me suelto del brazo de mi madre y entrelazo mi brazo al de mi padre. Estoy nerviosa, pero contenta no hay palabras para describir lo que estoy sintiendo. Veo a Kevin a lo lejos, está llorando y yo siento las mismas ganas. Sé que está llorando de felicidad, esto es algo que ambos siempre hemos deseado.
A lo lejos visualizo a mi hermana Rubí y mi mejor amiga Alessa, ambas me sonríen, están hermosas en sus vestidos rosas, ambas son mis damas de honor. Les mando besitos volados y ellas me corresponden de la misma manera.
Llegamos a donde esta Kevin y mi padre entrega mi mano a la de Kevin, entrelazo mi mano a la suya. Cuídala es mi joya más preciosa —dice mi padre a lo que Kevin responde que me cuidara por siempre. Mi padre deposita un beso en mi frente y se retira a su asiento que está en la primera fila junto a los asientos de mis suegros.
Nos acomodamos frente al sacerdote, quien nos sonríe y anuncia lo siguiente:
Queridos hermanos estamos aquí junto al altar, para que Dios garantice con su gracia vuestra voluntad de contraer Matrimonio ante el Ministro de la Iglesia y la comunidad cristiana ahora reunida. Cristo bendice copiosamente vuestro amor conyugal, y él, que os consagró un día con el santo Bautismo, os enriquece hoy y os da fuerza con un Sacramento peculiar para que os guardéis mutua y perpetua fidelidad y podáis cumplir las demás obligaciones del Matrimonio. Por tanto, ante esta asamblea, os pregunto sobre vuestra intención.
Sacerdote: Esposa y Esposo, ¿venís a contraer matrimonio sin ser coaccionados, libre y voluntariamente?
Kia y Kevin: Sí, venimos libremente.
Sacerdote: ¿Estáis decididos a amaros y respetaros mutuamente, siguiendo el modo de vida propio del Matrimonio, durante toda la vida?
Kia y Kevin: Sí, estamos decididos.
Sacerdote: ¿Estáis dispuestos a recibir de Dios responsable y amorosamente los hijos, y a educarlos según la ley de Cristo y de su Iglesia?
Kia y Kevin: Sí, estamos dispuestos.
Os invito a unir sus manos y manifestad vuestro consentimiento ante Dios y su iglesia.
Yo, Kevin Stone, te quiero a ti, Kia Turner como esposa
y me entrego a ti, y prometo serte fiel
en la prosperidad y en la adversidad,
en la salud y en la enfermedad,
y así amarte y respetarte
todos los días de mi vida.
Yo procedo a hacer lo mismo, estoy envuelta en un mar de lágrimas. Siento tanta felicidad que no cabe en mi pecho, nunca había sentido tanta felicidad.
Escucho al sacerdote decir:
El Señor confirme con su bondad este consentimiento vuestro que habéis manifestado ente la Iglesia y os otorgue su copiosa bendición. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre. Invito a yodos los presentes a alabar a Dios.
Escucho a todos mis invitados decir demos gracias a Dios.
El sacerdote toma nuestras alianzas y pronuncia:
El Señor bendiga estos anillos que vais a entregaros uno al otro en señal de amor y de fidelidad.
Por ultimo escuchamos decir que el novio puede besar a la novia, unimos nuestros labios y nos volvimos uno a los ojos de Dios. Salimos agarrados de la mano, nos fuimos a la pequeña pista de baila que organizamos a la orilla del mar. Habíamos alquilado toda una isla de las tantas que hay en Panamá para todos nuestros invitados, comenzamos a bailar, brindar y pasarla genial.
Reuní a todas mis amigas y damas para lanzar mi bouquet. Todas gritaban emocionada y yo más, lo lance y escuche gritar a mis amigas. Me gire y era mi hermana Rubí quien agarro el bouquet —corrí la llene de besos y nos unimos en un profundo abrazo.
—Será motivo que me presentes a ese novio que nunca nos lo dejas ver —bromee.
—Pronto lo sabrás hermanita, por ahora a disfrutar de tu boda que esta será la más inolvidable de tu vida —dijo mientras me abrazaba cálidamente.
Gracias hermanita soy la mujer más feliz del mundo, Kevin es el hombre ideal —dije con una amplia sonrisa en el rostro.
—Así parece hermana, mi cuñadito es el hombre ideal para cualquier mujer. Vayamos a brindar y tomarnos algo por ser tú la afortunada, hoy hay que beber hasta perder la conciencia —propuso Rubí.
Nos fuimos a la barra, pedimos varios tragos, me uní a mi esposo, bailamos, reímos y celebramos entre amigos, todo era felicidad —no podía pedir más.
Después de un rato no encontraba a Kevin por ningún lado y me moría por ganas de ir al baño, tanto licor ya me había dado ganas de orinar. Quería que Kevin me acompañara, pero no lo encontré por ningún lado así que me fui sola, camine lo más rápido al baño, moría por orinarme. Llegue al baño y me metí a uno de los baños vacíos, me levante el vestido y baje la tanga —respire algo agitada porque había corrido, lleve mi mano a la mejilla y la sentí caliente.
Unos sonidos al costado del baño que estaba me había llamado la atención, parecía que alguien estaba teniendo s*** en el baño —me sonroje de solo imaginar que algunos de mis amigos estaban haciendo de las suyas. Podría ser yo y Kevin en esa misma situación, sería una fantasía menos. Llevé mis ambos a la cara, se sentía más caliente —que estás pensando Kia me dije internamente.
No quise hacer ruido, no quería interrumpir su sesión de s*** —dije soltando una pequeña sonrisita. Los gemidos se hacían cada vez más fuertes y yo me sentía más apenada, quería salir de allí —no quería que notaran mi presencia. Pero mi corazón se paralizo de golpe cuando escuche un nombre que llamo mi atención y poniéndome un poco sobria podía reconocer esas voces, sentí mi corazón romperse —eso no podía ser cierto, esto no podía ser posible. Camine con el corazón en la mano hacia la puerta del baño de donde salía el sonido.
Tiré de un golpe la puerta y lo que vieron mis ojos hubiese sido preferido nunca verlo —mi corazón se rompió en mil pedazos, sentí las lágrimas rodar por mis mejillas y una furia incontrolable empezó a recorrer todo mi cuerpo.
—Son unos malditos —grite con toda la furia contenida.
—Kia —pronunciaron ambos sorprendidos, su calentura era tan fuerte que ni siquiera notaron mi presencia —vi a Kevin soltarla y acomodarse el pantalón.
—Todo tiene una explicación mi amor — los escuche pronunciar mientras intentaba cogerme del brazo.
—No te atrevas a tocarme —grite.
Los dos son los seres más repugnantes que conocí en mi vida, son unos desgraciados, todo este tiempo me estuvieron viendo la cara, eres un hijo de p*** —grité mientras estampé mi mano en su mejilla.
Y tú eres una maldita p**** —grité mientras intentaba lanzarme encima suyo, quería golpear su cara de hipócrita, pero fui detenido por Kevin, me tomo del brazo violentamente y me tiro al piso.
—¿Qué crees que estás haciendo? —grito Kevin. Lo mire con los ojos en llamas, desconocía totalmente a este hombre que tenía frente a mí, estaba protegiendo a su amante.
—Compórtate como la nuera de la familia Stone —bufo.
—Sonreí irónicamente y me levante por mi propia cuenta —¿Cómo debería comportarme? —aceptar que me traiciones y no decir nada, hacer de la vista gorda como tu madre hizo todos estos años con todas las traiciones de tu padre —grite.
Sentí la mano de Kevin estamparse en mi mejilla, un fuerte zumbido y sentí el sabor a hierro en mi boca. No podía creer —Kevin me había golpeado. Lleve mi mano a la mejilla con toda la furia desbordante.
—Nunca en tu puta vida te atrevas a tocarme —grite y de una pata le golpeé en las bolas, haciendo que emitiera un fuerte grito de dolor y cayera al piso. Vi a mi hermana agacharse a ayudarlo.
Salí corriendo sin ver atrás, estaba hecha un mal de lágrimas. En una misma noche perdí a dos personas importantes en mi vida, al hombre que le había entregado mi corazón y a la única hermana que tenía.
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