NUEVA HISTORIA | DISPONIBLE

Cap #1

¡DIABLOS…!

Luna sacudió la cabeza, cerro y abrió los ojos varias veces tratando de adaptarse a la luz del sol que ingresaba por la gran ventana. Sintió un leve dolor entre las piernas, bajo la mirada encontrándose con una fina sabana cubriendo su cuerpo desnudo.

Abrió sus ojos como platos y se puso de pie como un resorte al caer en cuenta de lo que había pasado la noche de su despedida de soltera.

¡MIERDA…!

¡LA VOLVISTE A CAGAR LUNA! ¡AL FINAL SI SOMOS TAL PARA CUAL PABLO!

Se lamento llevando las manos a la cabeza y jalándose las greñas. Se apresuro en buscar sus prendas que estaban tiradas en el piso y lo único que faltaba era su ropa interior, en su lugar solo encontró la máscara que traía el stripper.

El sonido de su celular la saco de su pensamiento, tomo la máscara y lo metió a su bolso. Se apresuro en colocarse el vestido como pudo y corrió hacia la salida. No podía creer que se había cogido al stripper un día antes de su boda.

«¿En verdad me quiero casar con Pablo?», se preguntó mentalmente mientras se metía a la caja metálica y por poco pega un grito al ver su reflejo, tenía el maquillaje corrido y el cabello como si fuera un nido de pájaro que trato de arreglarlo con la mano para que disimulara que había tenido una noche salvaje.

Corrió hacia la salida a pasos agigantados, tomando el primer taxi con dirección a casa. Se mordía los labios mientras trataba de crear una mentira creíble para su madre quien seguía insistiendo con las llamadas.

Cancelo la tarifa y se escabullo dentro su casa, trepándose por los arboles a cuarto de su hermano. Golpeo la ventana de vidrio para que le abriera.

¡¿Qué haces loca?!

—Calla y ábreme. Obedece a tu hermana mayor, mocoso.

Norton puso los ojos en blanco y abrió su ventana para que Luna ingresara. Ella le sonrió y le deposito un beso en la mejilla.

¿En que quieres que te ayude?

—Que salgas de tu habitación y haz como si estuvieses llegando ahora, y si madre te pregunta por mi dile que dormí en tu habitación. Apresúrate, que mamá sigue llamando —ordeno Luna tirándose a la cama de su hermano y abrigándose con su sabana.

Norton abrió la boca, negó con la cabeza y solo obedeció a su hermana, después de todo ella hacia lo que le daba la gana. Luna sonrió feliz al ver a su hermano menor treparse al árbol. El teléfono volvió a sonar y esta vez le contesto fingiendo que recién estaba despertando.

¡¿Dónde demonios estas?!

¿Olvidaste que hoy te casas?

—Mamá, no grites —dijo Luna alejando el aparato de su oreja. Escucho el resoplar de su madre provocando que se le escapara una sonrisita.

¡Mocosa malcriada!

Luna se levanto a regañadientes de la cama y camino hacia la puerta porque sabía que su madre estaba a punto de perder la paciencia.

¡Aquí toy…!

—Señora Ginebra… —molesto a su madre levantándole la mano para que la viera parada en el marco de la puerta. Su madre corto la llamada y se le acerco. —Ya no eres una niña, hoy es tu boda y tu estas con tus juegos.

—No te enojes —dijo Luna intentando abrazarla porque sabía que así contentaba a su madre quien era muy cariñosa y amaba estar abrazando a sus hijos como si fueran unos niños.

—Ve a bañarte, ya son las 10 de la mañana. Las maquilladoras y todo su equipo están aquí para arreglarte.

—Mamá, es una boda sencilla. Recuérdalo.

Diciendo aquello Luna se dirigió a su habitación para meterse directamente en la ducha no sin antes guardar la mascara del stripper en una de las cajas de su armario, no sabía ni porque lo estaba guardando, pero no le tomo más importancia.

Se metió bajo la ducha y dejo que el agua golpeara su cuerpo, lamentándose lo que había hecho la noche pasada ya que tenía marcas por todo el cuerpo y pensaba como demonios le respondería a Pablo sobre esas marcas, momento que se volvía a preguntar si en verdad estaba bien casarse con él. Llevaban siendo novios desde la adolescencia y de un momento a otro se volvió oscuro, ambos se habían faltado el respeto como ella esta noche que se acostó con el stripper.

«Tu y yo somos perfectos, llevamos una vida juntos y nos amamos. Demos el siguiente paso, eso arreglara nuestra relación».

Las palabras de Pablo resonaron en la cabeza de Luna, recordándole que hacia lo correcto. —Ya le había dado su palabra y no se retractaría, tantos años juntos no echaría por la borda —se dijo mentalmente mientras se colocaba la bata.

—Estoy lista… —dijo y segundos después ingreso su madre seguida por las maquilladoras quienes comenzaron a maquillarla y arreglarle el cabello. Ginebra observaba a su hija y sentía una angustia en el pecho, su hija no tenía ese brillo que ilumina el rostro de una mujer enamorada, de una mujer que vibra por casarse. Se veía tan poco entusiasmada que le quitaba las ganas a ella también.

¡Listo! ¡Esta hermosa señorita Luna! Exclamaron las maquilladoras muy felices.

—Gracias, confió en sus trabajo.

—Gracias por su trabajo chicas, yo me encargo del resto —dijo Ginebra pidiendo que las chicas salieran para dejarlas solas. Giro la silla de su hija y la miro fijamente, ¿me dirás lo que te pasa?

—Estoy nerviosa, mamá. Solo eso.

¿Confías en tu madre?

Luna mordió su labio y se debatía si decirle a su madre lo que estaba pasando por su cabeza, se enojaría si le decía que no estaba segura de dar ese paso, pero sus padres amaban a Pablo porque el se había encargado de ganarse su confianza y cariño.

¿En verdad quieres casarte? ¿Estas feliz? ¿Eres feliz?

Luna trago saliva y ver los ojos preocupados de su madre le causaba cierto dolor y culpa, no quería fallarles. —Si mamá, soy feliz. Pablo y yo llevamos muchos años juntos y esto es el siguiente paso.

Ginebra solo asintió y beso la frente de su hija. —Ven, te ayudo con el vestido.

—No es necesario madre, ve y colócate tu vestido que yo puedo colocarme el mío. Ya deben estar llegando nuestros familiares y amigos. Ginebra dudo, pero de todas maneras acepto la petición de su hija.

Después de que su madre se marchara, observo su vestido y no sentía nada, le era indiferente. Ese vestido fue elegido por Kendall su mejor amiga que por alguna extraña razón no había llegado posiblemente ella también se había escapado con alguno de los stripper así que no pensó más y se coloco el vestido que según su madre era demasiado simple.

¿Princesa?

Ella se giró encontrándose con su padre, Luna corrió y se abrazo a él. Te ves linda, no puedo creer que ya creciste y ahora planeas formar tu propio hogar. Sino fuera Pablo jamás te dejaría irte de mi lado —dijo Noah abrazando a su hija quien solo sonrió.

—Papá, si en algún caso hipotético, solo es pregunta. Si en caso no funcionara lo mío con Pablo, ¿estarías decepcionado de mí?

 —¿Por qué preguntas eso? —dijo Noah fijando la mirada en su hija quien forzó una sonrisa.

—Siempre te apoyare cariño, si lo tuyo con Pablo no funciona puedes volver con tu padre. Nunca te dejaría cariño, queremos a Pablo, pero nuestra hija eres tu y por muy bueno que sea pablo siempre serás nuestra prioridad.

¡Gracias, papá! Dijo Luna con lágrimas acumuladas en sus ojos.

—No llores princesa —consoló Noah abrazándola con más fuerza. Hablando de Pablo, es raro que aún no haya llegado y ya va a comenzar la ceremonia —dijo Noah pensativo. Iré a ver y regreso por ti —diciendo aquello beso la frente de su hija y seco las lágrimas.

Luna se quedo sola y con el pensamiento en blanco, no supo ni cuanto tiempo se había quedado así hasta que sintió las manos de su madre. —¿Hablaste con Pablo?

¿Pablo? ¿No llego aún?

Ginebra trago saliva y no sabía si decirle a su hija que ni Pablo, ni sus padres respondían las llamadas. No había rastros de ellos, lo que solo significaba una cosa… Pablo dejaría plantada a su hija.

¿Mamá?

—Perdón cariño. —Ginebra respiro profundo y se sentó frente a su hija, tomo su mano: Pablo y sus padres no contestan las llamadas, no hay rastros de él, pero no te preocupes ya tu padre se esta encargando de averiguar que pasa.

Entiendo.

Fueron las únicas palabras que salieron de su boca, no se sentía triste, pero si sintió alivio de que Pablo no llegara. Busco con la mirada el teléfono para tomarlo en mano con la única esperanza de encontrar una razón del porque no llegaría o simplemente que le dijera que deshacía el compromiso, pero el único mensaje que encontró era de un número desconocido. Arrugo el entrecejo y abrió el mensaje, ante sus ojos se detallaba claramente una imagen que no era nuevo para ella, sus ojos se llenaron de lágrimas no por el dolor de su traición porque no era la primera vez sino por la frase que estaba escrita debajo: Tu castigo será ser humillada y abandonada en el altar. No eres mejor que yo, y no esperes por él que no llegara.

Luna se seco las lágrimas con violencia, respiro profundo y de destrozo el peinado, salió de su habitación y camino hacia el jardín donde se desarrollaba la ceremonia, se posiciono sobre estrado y pidió atención a los presentes. —La boda se cancela, pero pueden quedarse y celebrar conmigo por ser abandonada. —Salud —dijo levantando la botella y tomar desde ella.

Su padre se apresuro en llegar hacia Luna y tomarla del brazo. —Cariño…

—Estoy bien papá, soy fuerte —lo detuvo y no permitió que la abrazara. Lo mío y lo de Pablo nunca iba funcionar, era lo mejor para ambos —dijo y se alejo de su padre quien intento seguirla por detrás, pero Norton lo detuvo: yo cuidare de mi hermana, ustedes encárguense de los invitados.

Aquella escena era observada por Rodrigo quien al verla salir corriendo en esas condiciones fue tras ella atrapándola en el estacionamiento.

—No puedes conducir en esas condiciones —dijo imponente colocándose delante suyo.

¿Qué no puedo? ¿Quién me lo va a impedir? ¿Tú? Bramo furiosa tratando de empujarlo a un lado más no logro moverle ni un centímetro a esa montaña.

¡MUEVETE…! Grito desesperada.

—No te dejare subir a ese auto en esas condiciones. Si quieres huir déjame conducir por ti, te llevare a donde quieras, pero no te dejare conducir.

¿Quién demonios eres tu para decirme que hacer? ¿Quién diablos te crees?

Rodrigo quería gritarle que el hombre que la amaba locamente y que odiaba verla llorar por ese imbécil, que quería ver lágrimas en su rostro, pero lágrimas de felicidad no de dolor por un imbécil que no valía la pena.

—Tu hermano mayor —fue lo primero que salió de su boca.

¿Hermano mayor? Se burlo.

¡LARGO…!

—No te dejara subir a ese maldito auto, a menos que aceptes que yo conduzca.

—Perfecto. Te dejare conducir ese auto siempre y cuando aceptes casarte conmigo —propuso Luna. Sabía perfectamente que él nunca la aceptaría, se lo había dejado en claro el día de la boda de su prima Alma y la forma tan cruel como la trato, sus duras palabras seguían golpeando su cabeza. Rodrigo la despreciaba y no lo juzgaba, después de lo que le hizo era lo mínimo que se merecía.

Luna al no tener respuesta solo la empujo de lado, logrando dar solo dos pasos porque Rodrigo la tomo con fuerza para detenerla. —No te dejare subir a ese auto, no te dejare morir por ese imbécil —dijo cegado por el enojo que no controlo sus impulso y dejo notar sus sentimientos, odiaba ver a Luna en esas condiciones.

¿Te casaras conmigo? Pregunto Luna tomándolo con fuerza del cuello.

LUNA & RODRIGO