RECOMENDACIÓN | RENACER

Unos sonidos al costado del baño que estaba me había llamado la atención, parecía que alguien estaba teniendo s*** en el baño —me sonroje de solo imaginar que algunos de mis amigos estaban haciendo de las suyas. Podría ser yo y Kevin en esa misma situación, sería una fantasía menos. Llevé mis ambos a la cara, se sentía más caliente —que estás pensando Kia me dije internamente.

No quise hacer ruido, no quería interrumpir su sesión de s*** —dije soltando una pequeña sonrisita. Los gemidos se hacían cada vez más fuertes y yo me sentía más apenada, quería salir de allí —no quería que notaran mi presencia. Pero mi corazón se paralizo de golpe cuando escuche un nombre que llamo mi atención y poniéndome un poco sobria podía reconocer esas voces, sentí mi corazón romperse —eso no podía ser cierto, esto no podía ser posible. Camine con el corazón en la mano hacia la puerta del baño de donde salía el sonido.

Tiré de un golpe la puerta y lo que vieron mis ojos hubiese sido preferido nunca verlo —mi corazón se rompió en mil pedazos, sentí las lágrimas rodar por mis mejillas y una furia incontrolable empezó a recorrer todo mi cuerpo.

—Son unos malditos —grite con toda la furia contenida.

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Hoy es el día más feliz de mi vida, estoy a una hora de ser la señora Stone —me caso con el hombre más maravillo del mundo, fuimos amigos de juegos desde los 10 años y desde ese momento nunca más nos separamos. Cuando cumplí 18 años Kevin Stone me pidió en matrimonio y ahora 5 años después decidimos casarnos, unir nuestras vidas por siempre y para siempre.

Escucho la voz de mi madre llamarme ya debo salir, la ceremonia está por empezar y mi amado futuro esposo me está esperando en el altar.

Salgo acompañada de mi madre, estoy nerviosa. Una solo se casa una vez en la vida y es un momento que nunca más repetirás a excepción que te vuelvas a casar y eso es algo que nunca pasará conmigo, Kevin es el amor de mi vida.

Camino a paso firme, mi padre me está esperando. Me suelto del brazo de mi madre y entrelazo mi brazo al de mi padre. Estoy nerviosa, pero contenta no hay palabras para describir lo que estoy sintiendo. Veo a Kevin a lo lejos, está llorando y yo siento las mismas ganas. Sé que está llorando de felicidad, esto es algo que ambos siempre hemos deseado.

A lo lejos visualizo a mi hermana Rubí y mi mejor amiga Alessa, ambas me sonríen, están hermosas en sus vestidos rosas, ambas son mis damas de honor. Les mando besitos volados y ellas me corresponden de la misma manera.

Llegamos a donde esta Kevin y mi padre entrega mi mano a la de Kevin, entrelazo mi mano a la suya. Cuídala es mi joya más preciosa —dice mi padre a lo que Kevin responde que me cuidara por siempre. Mi padre deposita un beso en mi frente y se retira a su asiento que está en la primera fila junto a los asientos de mis suegros.

Nos acomodamos frente al sacerdote, quien nos sonríe y anuncia lo siguiente:

Queridos hermanos estamos aquí junto al altar, para que Dios garantice con su gracia vuestra voluntad de contraer Matrimonio ante el Ministro de la Iglesia y la comunidad cristiana ahora reunida. Cristo bendice copiosamente vuestro amor conyugal, y él, que os consagró un día con el santo Bautismo, os enriquece hoy y os da fuerza con un Sacramento peculiar para que os guardéis mutua y perpetua fidelidad y podáis cumplir las demás obligaciones del Matrimonio. Por tanto, ante esta asamblea, os pregunto sobre vuestra intención.

Sacerdote: Esposa y Esposo, ¿venís a contraer matrimonio sin ser coaccionados, libre y voluntariamente?

Kia y Kevin: Sí, venimos libremente.

Sacerdote: ¿Estáis decididos a amaros y respetaros mutuamente, siguiendo el modo de vida propio del Matrimonio, durante toda la vida?

Kia y Kevin: Sí, estamos decididos.

Sacerdote: ¿Estáis dispuestos a recibir de Dios responsable y amorosamente los hijos, y a educarlos según la ley de Cristo y de su Iglesia?

Kia y Kevin: Sí, estamos dispuestos.

Os invito a unir sus manos y manifestad vuestro consentimiento ante Dios y su iglesia.

Yo, Kevin Stone, te quiero a ti, Kia Turner como esposa

y me entrego a ti, y prometo serte fiel

en la prosperidad y en la adversidad,

en la salud y en la enfermedad,

y así amarte y respetarte

todos los días de mi vida.

Yo procedo a hacer lo mismo, estoy envuelta en un mar de lágrimas. Siento tanta felicidad que no cabe en mi pecho, nunca había sentido tanta felicidad.

Escucho al sacerdote decir:

El Señor confirme con su bondad este consentimiento vuestro que habéis manifestado ente la Iglesia y os otorgue su copiosa bendición. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre. Invito a yodos los presentes a alabar a Dios.

Escucho a todos mis invitados decir demos gracias a Dios.

El sacerdote toma nuestras alianzas y pronuncia:

El Señor bendiga estos anillos que vais a entregaros uno al otro en señal de amor y de fidelidad.

Por ultimo escuchamos decir que el novio puede besar a la novia, unimos nuestros labios y nos volvimos uno a los ojos de Dios. Salimos agarrados de la mano, nos fuimos a la pequeña pista de baila que organizamos a la orilla del mar. Habíamos alquilado toda una isla de las tantas que hay en Panamá para todos nuestros invitados, comenzamos a bailar, brindar y pasarla genial.

Reuní a todas mis amigas y damas para lanzar mi bouquet. Todas gritaban emocionada y yo más, lo lance y escuche gritar a mis amigas. Me gire y era mi hermana Rubí quien agarro el bouquet —corrí la llene de besos y nos unimos en un profundo abrazo.

—Será motivo que me presentes a ese novio que nunca nos lo dejas ver —bromee.

—Pronto lo sabrás hermanita, por ahora a disfrutar de tu boda que esta será la más inolvidable de tu vida —dijo mientras me abrazaba cálidamente.

Gracias hermanita soy la mujer más feliz del mundo, Kevin es el hombre ideal —dije con una amplia sonrisa en el rostro.

—Así parece hermana, mi cuñadito es el hombre ideal para cualquier mujer. Vayamos a brindar y tomarnos algo por ser tú la afortunada, hoy hay que beber hasta perder la conciencia —propuso Rubí.

Nos fuimos a la barra, pedimos varios tragos, me uní a mi esposo, bailamos, reímos y celebramos entre amigos, todo era felicidad —no podía pedir más.

Después de un rato no encontraba a Kevin por ningún lado y me moría por ganas de ir al baño, tanto licor ya me había dado ganas de orinar. Quería que Kevin me acompañara, pero no lo encontré por ningún lado así que me fui sola, camine lo más rápido al baño, moría por orinarme. Llegue al baño y me metí a uno de los baños vacíos, me levante el vestido y baje la tanga —respire algo agitada porque había corrido, lleve mi mano a la mejilla y la sentí caliente.

Unos sonidos al costado del baño que estaba me había llamado la atención, parecía que alguien estaba teniendo s*** en el baño —me sonroje de solo imaginar que algunos de mis amigos estaban haciendo de las suyas. Podría ser yo y Kevin en esa misma situación, sería una fantasía menos. Llevé mis ambos a la cara, se sentía más caliente —que estás pensando Kia me dije internamente.

No quise hacer ruido, no quería interrumpir su sesión de s*** —dije soltando una pequeña sonrisita. Los gemidos se hacían cada vez más fuertes y yo me sentía más apenada, quería salir de allí —no quería que notaran mi presencia. Pero mi corazón se paralizo de golpe cuando escuche un nombre que llamo mi atención y poniéndome un poco sobria podía reconocer esas voces, sentí mi corazón romperse —eso no podía ser cierto, esto no podía ser posible. Camine con el corazón en la mano hacia la puerta del baño de donde salía el sonido.

Tiré de un golpe la puerta y lo que vieron mis ojos hubiese sido preferido nunca verlo —mi corazón se rompió en mil pedazos, sentí las lágrimas rodar por mis mejillas y una furia incontrolable empezó a recorrer todo mi cuerpo.

—Son unos malditos —grite con toda la furia contenida.

—Kia —pronunciaron ambos sorprendidos, su calentura era tan fuerte que ni siquiera notaron mi presencia —vi a Kevin soltarla y acomodarse el pantalón.

—Todo tiene una explicación mi amor — los escuche pronunciar mientras intentaba cogerme del brazo.

—No te atrevas a tocarme —grite.

Los dos son los seres más repugnantes que conocí en mi vida, son unos desgraciados, todo este tiempo me estuvieron viendo la cara, eres un hijo de p*** —grité mientras estampé mi mano en su mejilla.

Y tú eres una maldita p**** —grité mientras intentaba lanzarme encima suyo, quería golpear su cara de hipócrita, pero fui detenido por Kevin, me tomo del brazo violentamente y me tiro al piso.

—¿Qué crees que estás haciendo? —grito Kevin. Lo mire con los ojos en llamas, desconocía totalmente a este hombre que tenía frente a mí, estaba protegiendo a su amante.

—Compórtate como la nuera de la familia Stone —bufo.

—Sonreí irónicamente y me levante por mi propia cuenta —¿Cómo debería comportarme? —aceptar que me traiciones y no decir nada, hacer de la vista gorda como tu madre hizo todos estos años con todas las traiciones de tu padre —grite.

Sentí la mano de Kevin estamparse en mi mejilla, un fuerte zumbido y sentí el sabor a hierro en mi boca. No podía creer —Kevin me había golpeado. Lleve mi mano a la mejilla con toda la furia desbordante.

—Nunca en tu puta vida te atrevas a tocarme —grite y de una pata le golpeé en las bolas, haciendo que emitiera un fuerte grito de dolor y cayera al piso. Vi a mi hermana agacharse a ayudarlo.

Salí corriendo sin ver atrás, estaba hecha un mal de lágrimas. En una misma noche perdí a dos personas importantes en mi vida, al hombre que le había entregado mi corazón y a la única hermana que tenía.

Capítulo 2:

Corrí sin rumbo, no sabía adónde ir. Adonde podía ir en esta isla, estaba totalmente oscuro, solo la luz de la luna me acompañaba, las lágrimas no cesaban, aún sentía el ardor en mi mejilla. Llego un momento en que no me quedaron más fuerzas, las piernas me fallaron y me caí de rodillas sobre la arena y grité de impotencia, dolor, frustración y sobre todo de decepción, como demonios el día que se suponía el más feliz de mi vida término de esta manera.

A la mañana siguiente desperté por el sonido del mar y el sol quemando en mi rostro, abrí poco a poco los ojos, miré a mi alrededor y me había quedado dormida sobre la arena, no recordaba cómo había llegado a este lugar y en esos momentos recuerdos de la noche anterior llegaron a mi mente —son unos malditos, mil veces malditos —grité con todas las fuerzas, esperaba que esto calmara o consolara el dolor que estaba sintiendo.

—Kia para de llorar los que te fallaron fueron ellos —me decía internamente. Me levante con las pocas fuerzas que me quedaban, moría de sed y tenía un fuerte dolor de cabeza, camine a hurtadillas, no quería encontrarme con nadie, no quería que me vieran en este estado.

Me metí a la que se suponía sería mi habitación, no vi a Kevin por ningún lado, la cama aún mantenía la decoración para celebrar nuestra primera noche de bodas, por lo visto no había dormido acá sino con Rubí —sonreí con ironía y llena de coraje tire de la sabana, tirando todos los pétalos que había sobre la cama al piso. Me metí al baño, vi mi reflejo en el espejo y era un desastre total, el maquillaje se me había corrido y mi cabello parecía un nido de aves. Tranquilízate Kia esos dos no merecen tus lágrimas y mucho menos tu cariño, con aquello en mente me metí con todo el vestido bajo la ducha —después de un buen rato salí de la lluvia artificial, ya estaba más calmada al menos eso creía.

Salí de mi habitación hacia donde suponía estaban mis padres, estaba decidida, no podía seguir casada con Kevin.

A lo lejos visualice a mis padres junto a los señores Stone —al verme sonrieron.

—¿Cómo amaneciste querida? —era la madre de Kevin quien me saludaba, ignore su pregunta.

Espero que hayas amanecido mejor, tu esposo dijo que estabas muy mal y por eso seguiste durmiendo —sonreí de costado, que tal mentiroso. Siempre fue un ser tan despreciable y yo era la única que no se dio cuenta.

—Regresaré a Galicia, no pienso quedarme ni un solo segundo más en esta isla —todos los presentes me miraron sorprendidos, no tenían idea o si la tenían se estaban haciendo los idiotas.

—¿Qué pasa hija? —dijo mi madre poniéndose de pie.

—Pregúntale a Rubí y Kevin —dije mientras dirigí mi mirada hacia los dos que llegaban hasta donde estábamos — ambos estaban muy sonrientes y alegres. Estaban actuando como si no pasara nada, como si lo que hicieron fuera lo más normal del mundo, nunca creí que podía existir este tipo de personas, eran tan repugnante, de solo verlos me revolvía el estómago.

—¿De qué está hablando tu hermana? —pregunto mi padre quien dirigió su mirada hacia Rubí.

—No tengo idea —respondió la muy fresca, al escucharla empecé a reír como una desquiciada, estos dos estaban a punto de volverme loca si es que ya no lo había hecho. No tenía ganas de explicar mas así que camine hacia ambos, vi a Rubí colocarse detrás de Kevin —me quite el anillo y se lo tire.

—Quiero el divorcio —dije sin el menor reparo, todos los presentes me quedaron mirando.

Me giré y salí de ese lugar dejando a todos los presentes confundidos. Bueno menos a dos de los presentes, me metí a mi habitación nuevamente quería recoger mis cosas y salir de este maldito lugar. Escuche golpes en mi puerta, respire profundo y procedí a abrirles —eran mis padres.

—¿Nos puedes explicar que estás haciendo? —gruño mi padre ni bien entro a mi habitación acompañado de mi madre.

—Simplemente me divorciare de Kevin, no quiero estar junto a un hombre que se burló de mis sentimientos.

—¿De qué estás hablando hija? —no entendemos nada.

—Pasa que su hija la que se supone es mi hermana se acostó con mi esposo y eso no es de ahora sino dese hace mucho tiempo, eso es lo que pasa —Kevin y Rubí son amantes… ¡amantes madre! —grite.

—Hija no puedes dejarte llevar por el coraje, todo hombre puede tener su desliz, ahora está casado contigo y eso es lo que importa.

—No podía creer que lo que acababa de escuchar, te das cuenta lo que estás diciendo; la mujer con la que me engaña es mi hermana —grite.

—Tranquilízate y piensa mejor las cosas, nuestro apellido está en juego —intervino mi padre.

—Son tan enfermos como Kevin y Rubí, me repugnan —grité.

En instantes sentí un fuerte golpe en mi mejilla, era mi padre quien se atrevió a golpearme. No sé si me dolió más el golpe o la indiferencia de ellos, su poca empatía con mi dolor. Mi padre me tomo del hombro y me samaqueo —te casaste con ese hombre y te aguantas, nadie te obligo, tú lo elegiste.

—Reí como desquiciada, me solté de su agarre, los desconozco —grité y salí de la habitación. Camine sin rumbo hacia la playa, en medio de mi desorientación encontré el yate donde se suponía pasaría mi primer día de casada con Kevin.

Haces demasiado drama —escuche la voz de Rubí detrás de mí. Me gire y la observe de arriba abajo, la desconocía, no era la hermana mayor tierna y amorosa que siempre aparentaba ser.

Que tu hayas aceptado ser la amante y no tengas dignidad no significa que yo acepte lo mismo. Querías quedarte con Kevin, te lo regalo, te lo sedo, quédate con él.

—Tu regalarme a mí, no te sobrevalores hermanita, ese hombre nunca te amo. Eres una mojigata y lo que hiciste todos estos años es aburrirlo —dijo con desprecio.

—Quédatelo, no quiero verte nunca más en mi vida. Somos hermanas, pero desde hoy todo lazo será cortada contigo y con mis padres —dije mientras me subía al yate.

—Eres tan predecible y simple Kia —dijo mientras sonreía con malicia, disfrutaba mi dolor. Preferí subir al yate sin responder a su provocación.

Una cosita más, todos sabían de mi relación con Kevin eras la única ciega que no quería verlo —todos lo sabían, incluidos nuestros padres, sus padres y hasta tu querida Alexa. Siempre te odie y créeme que estoy disfrutando todo esto, no soportaba seguir fingiendo un cariño que no sentía… —¡te odio Kia! —grito.

Cada palabra eran puñaladas, todos estos años me vieron la cara de estúpida. En verdad eran mis padres, en verdad era mi hermana —este dolor era tan insoportable, no quiero seguir sintiendo este dolor, solo quiero dormir y no despertar.

Encendí el yate, caminé hacia la barra y me serví varios tragos —decían que el alcohol no curaba las heridas, pero si ayudaba a olvidar al menos por un momento. Camine hacia el timón del yate y aceleré como loca, quería sentir esa adrenalina, quería que todo se lo llevara la brisa marina. Después de manejar como loca, apague el motor y me quede en medio altamar. Ya era bastante noche, no había comido nada, solo era alcohol y mi dolor —camine apoyándome en las paredes hasta llegar a la que se suponía era la habitación.

No sé cuánto tiempo paso desde que me dormí, pero sentía demasiado calor. Me moví con la intención de ir a darme un duchazo, me desperté de golpe al ver humo, me pare, corrí hacia la puerta, esta estaba cerrada —Dios.

—Ayúdenme… —Auxilio… Dios no quiero morir así, mi vida no puede terminar de esta manera —golpe y golpe la puerta tratando de salir, el poco oxígeno que quedaba en la habitación era cubierta por el humo, no podía entender que estaba pasando, la garganta me dolía de tanto gritar —sabía que estaba en medio de la nada y nadie vendría a auxiliarme, pero me negaba a aceptar que este fuera mi final. Llore, suplique que alguien me salvara, irónicamente deseaba que fuera Kevin quien me rescatara —deseaba que todo lo que viví en estos días fuera solo una pesadilla.

—Todo es real Kia, estas a punto de morir —me respondía mi subconsciente, pero me negaba a morir así, aún no me había vengado de esos traidores.

Mi respiración se volvió más complicada, el humo ya había invadido por completo el espacio reducido de mi habitación, caí al piso, empecé a toser, las fuerzas me están abandonado y solo podía arrastrarme.

Capítulo 3:

Todo se veía blanco a mi alrededor, este era lo que llamaban cielo, acaso yo estaba muerta, acaso eso fue mi final, como pude terminar de esta manera —mi vida y muerte fueron tan patéticas, no tuve la oportunidad siquiera de hacerlos sentir la décima parte de mi sufrimiento —. Me sentía tan miserable.

Escuché zumbidos a mi alrededor, quise girarme y ver de dónde provenía el sonido, pero me fue imposible, no tenía poder sobre mi cuerpo —vi como una mujer me alumbraba los ojos con una linterna —no entendía nada, pero de algo estaba segura, este lugar no era el que se suponía el cielo. Moví un poco los ojos porque eso es lo único que puedo mover, puedo ver que todo el cuerpo lo tengo cubierto con vendas blancas.

—¿Qué diablos ha pasado conmigo? ¿Porque tengo todo el cuerpo vendado? —estas preguntas retumban en mi cabeza y necesito respuestas —siento el ritmo de mi corazón acelerarse y ruidos fuertes de algunos aparatos —toda la luz va desapareciendo hasta volverse tan oscura como la noche.

Despierto y veo que estoy en el mismo lugar, nada cambio, pero esta vez puedo movilizar los brazos, pero aún sigo con las vendas en el cuerpo.

—Despertaste.

—Giro la cabeza y mis ojos se encuentran con un hombre que se parece un vikingo con mezcla de hippie —tiene el estilo súper raro, la barba bastante abundante y ni que decir de su cabello, lo tiene largo —busco en mis recuerdos y nunca en mi vida he conocido a alguien así.

—Tranquila, no nos conocemos y ya habrá tiempo suficiente para hacerlo, lo único por lo que debes preocuparte ahora es recuperarte —pronuncia con la voz ronca. —Me siento extraña, pero a la misma vez su voz me da seguridad, así que solo lo observo.

Los días pasan y me voy sintiendo mejor físicamente, aún sigo cubierta con las vendas —el vikingo sigue visitándome, decidí llamarlo vikingo porque aún no conozco su nombre, todos los días se sienta en el sofá de la habitación, pero no emite ningún sonido, pareciera como si estuviera sola en este espacio, solo me observa en silencio —no sonríe, no tiene expresión alguna en su rostro.

Llego el momento de quitarme las vendas del cuerpo y el rostro, se por la doctora que llevó cinco meses hospitalizada y estoy en un hospital de los estados unidos; no sé cómo llegue a este lugar, lo último que recuerdo es yo en el yate —no quiero preguntar, sé que la realidad será algo muy dolorosa, lo más probable es que mi familia me haya abandonado nuevamente —desde que recupere la conciencia no tengo noticias de ellos.

Al quitarme las vendas, observo mi reflejo en el espejo y es algo tan doloroso —tengo cicatriz de quemaduras por todo el cuerpo, la mitad de mi rostro esta quemado y tengo la cabeza rapada, soy un monstro —digo mientras me llevo las manos al rostro, mis manos también reflejan las cicatrices de la quemadura.

—Tranquilízate, es lo que escucho decir a la doctora mientras intenta cogerme del brazo. Me hubiesen dejado morir, yo no quiero vivir siendo este monstro, prefiero estar mil veces muerta —grite mientras corro hacia la ventana, me trepo en ella, puedo sentir el balanceo de mi cuerpo entre caer a la habitación y al vació —puedo sentir la brisa golpear en mi rostro.

—Sigues siendo la misma patética que rescate de ese yate, es la voz del vikingo detrás de mí —me giro y lo observo, no tiene ninguna expresión en su rostro—. Así que fuiste tú quien me salvo, créeme que no estoy agradecida —por tu culpa estoy en este estado —grite, mientras salían lágrimas de amargura. Porque Dios me estaba poniendo pruebas tan crueles y dolorosas —mi cuerpo no aguanta más.

—Eres patética.

—Salta y estarás dejando que ganen todos los que te traicionaron y te mintieron todos estos años, mientras tú te ves lamentable ellos están próximos a celebrar una boda. Si mueres ahora no hará ninguna diferencia, para el mundo tú ya estas muerta.

—¿Qué es lo que acababa de decir este hombre? —¿De qué demonios estás hablando? —grite mientras me bajaba de la ventana y camine hacia él.

RENACER

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