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Fragmento:
Cerré los ojos por un momento, un ruido llamó mi atención, miré de reojo y noté salir alguien al jardín, era esa misma muchachita…
—Si piensas robarme creo que has perdido mucho tiempo.
Mi voz la exaltó, se miró bastante curiosa, como una niña siendo atrapada en una travesura, ella me observó con cierta duda.
—¡No! No he venido a robarle…
Había mucha vacilación en su voz, se había puesto nerviosa en un abrir y cerrar de ojos, no sé qué pensaba al entrar aquí a esta hora, no se ve una chica como las demás que han entrado a esta hora a mi casa.
—Maya ya no trabaja para mí — pronuncié para ver si decía algo más.
—Lo sé, estaba ahí cuando renunció— dijo llevándose las manos al cuerpo, se abrazó acariciando sus brazos.
La observé sin entender que quería, no tenía humor de lidiar con niñas locas, esperaba que no fuera una, pero estaba empezando a dudar de su actitud, volví a fumar un poco antes de lanzar mi cigarro a la alberca que estaba usando como cenicero, ella miró aquello con descontento, suspiró pesadamente y cerro los ojos, al abrirlos lo soltó de golpe.
—Necesito este trabajo… quiero conservar mi trabajo.
—¿Quieres trabajar para mí? —. Pero que piensa que soy caridad, no pudo venir a otra hora, esta niña está loca.
—Sí, bueno, ya trabajaba para usted, solo quiero conservar mi trabajo.
—Eres una niña.
Sigo sin entender qué hacía en mi casa, trabajar para mí, creo que Maya la había contratado entonces, pero qué carajos, esta mujer hace lo que quiere y no me avisa.
—¡No soy una niña! Tengo veintiuno.
¿Veintiuno? Eso debe de ser una maldita mentira, me quiere ver la cara de estúpido, no puede tener esa edad.
—No.
Contesté esperando que con eso bastara para que me dejara solo, pero no había sido así, era terca aparte de mentirosa.
—¡Que! Pero lo necesito — había un poco de súplica en su molestia notable.
—Pero yo no te necesito, ahora sal de mi casa y deja las llaves al salir — ordené para que me dejara solo, necesitaba que saliera de mi casa ya.
—Puedo hacer el trabajo de Maya.
—Eso es imposible.— Aparte de mentirosa, soberbia, nadie puede hacer el trabajo de Maya, por eso la contrato solo a ella, pero qué necesidad de venirme a joder a esta hora y en mi casa.
—Necesito el trabajo — exigió.
—Suerte con ello.
La dejé en su alegato, no necesitaba seguir escuchándola, me había puesto de peor humor, no tolero esas actitudes infantiles.
—Mi madre está en el hospital, este es el único trabajo que tengo y es el único con el que puedo ayudarla, no estaría aquí si no fuera algo que realmente ocupara, trabajar para usted no es nada agradable, créame lo sé perfectamente, he limpiado cosas que no debería limpiar, me cayó un c*ndón encima abriendo el refrigerador, no tengo ni siquiera idea si estaba usado y solo recordarlo me da asco, usted es nefasto, un alcohólico y un pésimo hombre. Pero, aun así, estoy dispuesta a trabajar para usted. Y si no me da el trabajo… contaré lo que paso aquí.
Me siguió hasta mi habitación, alegó tanto por el pasillo, la había escuchado bien, su madre está enferma, podría ser una excusa, algo…
—Me amenazas en mi propia casa… — arremetí contra ella, esperando que flaqueara, lo vi en sus ojos, pero necesitaba algo más —. Podrías ganarte el dinero de otra forma.
La arrinconé contra la pared, abrió los ojos sorprendidos, asustada, sus labios temblaron sin saber qué decir, traté de infundirle miedo, hacer que gritara, pegué mi cuerpo a ella… pero estaba ahí casi temblando, no pude evitar volver a pensar que me es familiar, y por un momento lo recordé, me perpetuaba a ella, su mirada cambió de golpe y me empujó fuertemente con sus manos.
—Ni aunque fuera el último hombre sobre la tierra — escupió con coraje —. No tiene tanta suerte, además que no me gustan los hombres mayores, ya tengo un papá, no necesito andar tapando problemas existenciales.
Ahí estaba esa mirada, lo tenía, era una niña que no se dejaba intimidar, me causo gracia y me comencé a reír.
—Tienes carácter, niña.
—No soy una niña — volvió a dejar claro.
—Déjame dormir, despiértame a las doce del día.
Le di la espalda, estaba realmente cansado de alegar con ella, puedo investigar si es verdad lo que ha dicho.
—¿Por qué?
—A la una y media necesito estar en una reunión, necesitaré que todo esté listo para entonces.
—¡Me está dando el trabajo! — exclamó con tanto asombro que me contagio su alegría.
—Déjame dormir ahora — gruñí para que dé una buena vez me dejara solo, me quite la camisa y con eso bastó para que desapareciera, tallé mi rostro, tenía tanto calor así que me desnude por completo, mi celular sonó y miré quien lo enviaba, no deseaba leerlo… sin embargo, debía hacerlo, el mensaje solo me dejó peor y preferí entrar a la regadera.
No hay novedades aún, los médicos siguen proponiendo más estudios.
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