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Él le escribe una carta con la ilusión de que lo escuche... que sepa que él no mató a su padre.

"La amaba más que así mismo... más que a su propia vida"

FRAGMENTO:

—Dime que te escuchó —pronunció sin darle tiempo a que se siente. Los ojos de Dante suplicaban, pero en su interior era una necesidad, una exigencia… Él demandaba saber que Lara lo había escuchado para poder sobrevivir.

Dante se dejó caer en la desvencijada silla de aquel cuartucho. Ni siquiera era un sector de visitas, ni siquiera era una cárcel. Una pequeña delegación era el lugar al que lo habían enviado hasta comprobar su inocencia.

La postura vencida de David lo dijo todo y no pudo más que sentarse con la mirada perdida en sus manos apresadas sobre la mesa.

  —Lo intento… todos los días la busco e intento hablar con ella —expuso su amigo con frustración—. Se niega a verme y amenazó con llamar a la policía.

Dante se oprimió los dedos tratando de contener la desazón. Cada uno de aquellos días habían sido una lenta agonía, su alma desfallecía y el corazón latía cada vez más lento al traer a su memoria, la mirada gélida y llena de rechazo que su Hechicera le había dado por última vez. Las noches fueron la peor calamidad para su mente, apenas cerraba los ojos los recuerdos se fusionaban, sin tenerle clemencia, entre el accidente y aquellos días en que creyó haber alcanzado la felicidad. Ella se aparecía con los ojos verdes suplicantes, apagándose mientras su cuerpo se teñía de sangre, para luego posicionarse en su esplendor, brillando intensa con esa sonrisa cegadora y finalmente… lo aniquilaba con el odio tangible en sus iris. El cuerpo de Dante ya no resistía el dolor que le provocaba haber herido a su Hechicera, se laceraba repitiéndose que no la merecía, pero todo su ser estaba dispuesto a sufrir el infierno que le pusieran delante, siempre y cuando ella supiera la verdad.

Él no era el responsable… pero fue el resultado de su decisión.

Él la amaba… pero no fue sincero.

Él jamás quiso lastimarla… pero lo hizo.

  —Necesito… —Su voz luchaba por mantenerse estable—, necesito que te escuche.

Dante levantó sus ojos infectados de angustia, conteniendo la impotencia en sus puños y el dolor en la fuerza de su mandíbula apretada.

  —Te juro que hago lo imposible, yo…

Un golpe seco contra la desvencijada mesa llamó la atención del guardia que esperaba por Dante.

  —Te reduciré el tiempo de visitas si no te tranquilizas.

Dante abría y cerraba sus puños respirando pesado, pero asintió al oficial con la cabeza.

  —No me importa si no me perdona —siseó sin volver a mirar a su amigo—, solo quiero que sepa que yo no lo maté, al menos que sepa que no soy la bestia que ella piensa. —Su garganta se fue cerrando y cada palabra pasaba como una daga que hería de muerte—, nunca me burlé de ella… solo quiero que lo sepa, no pido más que eso. Ella es lo único bueno que me ha pasado David. —El pecho de Dante se llenaba de aire, pero su semblante estaba cada vez más pálido y era que lejos de Lara… la vida se le apagaba—, no la merezco, pero la amo. Solo quiero que escuche… solo quiero que escuche… que escuche…

Poco a poco se fue aferrando a su cabello, hundiendo el rostro entre esas manos unidas en sus muñecas, desmoronándose y retorciéndose otra vez en la depresión.

  —No te hagas esto, hermano. —David sufría a la par de Dante. Su amigo no merecía volver a hundirse en un pozo de autodestrucción y mucho menos en ese momento que estaba a nada de ser libre completamente de Lawson—. No puedes dejarte caer ahora. Pronto estarás afuera y quizás…

  —¿Quizás? —preguntó con ironía. Se descubrió el rostro y David pudo ver el dolor en primera persona. Los ojos de Dante estaban enrojecidos y sus mejillas cubiertas de lágrimas, que solo se derramaban rebalsando sin contención—. David, pasaría la vida aquí dentro, no me importa, si sé que Lawson pagará… pero no podré vivir un solo día allá afuera sabiendo que ella me odia.

  —Ella no puede odiarte… —Dante sonrió. David no conocía la veta guerrera que habitaba en su Hechicera. Él había sido testigo de cómo el sentimiento malévolo podía impulsarla a levantarse una y otra vez—. Escucha, aceptaron reabrir el caso de Router, validaron la investigación e incluso, Harris aceptó cooperar. Pero tenemos que esperar, para algunos es más importante procesar y llevar a juicio a Lawson y a Clifford primero. Una vez que terminen con eso lo enjuiciaran por homicidio culposo agravado, no importará si le dan menos años, todo se sumará a la mayor condena. —David buscaba rastros de esperanza en el semblante de su amigo desesperadamente—. Ella sabrá que tú no fuiste, Dante.

  —Eso llevará tiempo. —Dante respiró cansado—. Y no lo oirá de mi boca, no lo sabrá por mí… ni por ti.

  —Pero tiene que servir… —El rubio no podía creer como la felicidad de Dante se escapaba entre sus dedos, en el mismo instante en que los grilletes de Lawson al fin lo dejaban libre.

Dante se movió lento y atentó a la mirada del guardia, quien lo observaba y aceptó con su cabeza que bajará las manos hasta sus bolsillos. De allí, rebuscó como pudo un trozo de papel y lo extendió hasta David con sus ojos grises excluidos de todo brillo acompañando el movimiento.

  —Intenta darle esto —murmuró sin ilusiones—. Si debo salir de aquí… quiero respirar sabiendo que ella sabe lo que siento, aunque sea egoísta. Con eso me basta para respirar...

Escondió en su pecho las últimas palabras, porque sabía que alertarían a David. Respirar, mantenerse de pie, aunque sea un muerto viviente. Ya no habría vida sin Lara y él no estaba dispuesto a enfrentar la realidad si no iba a despertar con su sonrisa y con sus besos. Una vez había sido obligado a vivir ausente de este plano, ahora lo haría por propia voluntad o sus demonios se encargarían de él.

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