Seguimos en descuento
—¿Qué hacemos aquí? — preguntó ella, mientras ingresaba al lujoso apartamento.
—Necesitamos hablar y no quiero interrupciones — dijo él nervioso.
Caminó hasta el bar y se sirvió un trago, mientras sacaba de la nevera del mismo, una gaseosa para ella, que inmediatamente le ofreció.
—¿De qué quieres hablar? — dijo, fingiendo no saber, que de seguro iba a despedirla, porque ya no la necesitaba para llevar a cabo su plan.
—De lo que viste en mi oficina —dijo él, bajando la mirada apenado —Lo que viste, no fue…
—¡Felicidades! — dijo ella, con un nudo en la garganta—Se ven bien, juntos —agregó.
— No es lo que tú…
—Está bien, no te preocupes —dijo poniéndose de pie —Entiendo, que si Mariana y tú, ya se reconciliaron, mis servicios no son requeridos. De hecho deberías contarle, que todo esto —dijo señalando a ambos — era sólo un contrato — terminó, diciendo ella.
Ni siquiera se percató en qué momento se puso de pie y se abalanzó contra ella. Atrapando su boca, en un beso desesperado.
Sus manos tomaron con fuerza la cintura de la rubia, mientras su boca se la comía, con audacia. Los brazos de ella, se posaron en el fuerte pecho del hombre, en un intento fallido por separarlo de ella. Pero solo logró, qué el agarre sobre su cuerpo fuera más fuerte y que su boca, la devorara aún con más ganas. La cordura de la rubia, se fue por la borda, mientras se dejaba arrastrar por las emociones y las sensaciones, que la avasallaron en ese preciso momento. Ella no entendía nada, pero en realidad, no quería, ni necesitaba entender, más bien necesitaba sentir ese beso, que acaba de darse cuenta, ella también deseaba.
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