Mar Profundo fragmento
Despegando sus labi@s de los de la joven y apoyando la frente contra la de ella se obligó a respirar sensatez.
Narel intentó continuar pero él negó con la cabeza y la bajó, colocándola sobre sus propios pies. No podía acostars@ con Narel Ferguson. No debía. Su padre le había confiado que la cuidara y la guiara. Nunca que la sedujera. Su padre que estaba en coma y no podía defender su honor. Y él…
—¿Qué sucede Scoth? —preguntó la joven tocándole el brazo para captar la atención.
No solo había cesado su encuentro apasionado sino que el capataz tenía una innegable cara de preocupación.
—Esto no está bien. Le pido que me disculpe, señorita—dijo avergonzado de su comportamiento.
Un hombre experimentado como él, ¡dejándose llevar por una jovencita seductora!
—Por supuesto que no te disculpo, Williamson—exclamó Narel mosqueada, adivinando su disyuntiva—. Por el amor de Dios, somos dos adultos. ¡Creí que tú y yo nos entenderíamos mientras estuviera aquí!
—Espere un momento… ¿cómo que mientras? ¿Acaso no se piensa quedar o es que piensa volver a los Estados Unidos? ¡Dígamelo ahora mismo, carajo!
—No permitiré que me hables así, bruto. Así que buenas noches.
Ofendida y lo más dignamente que pudo, con los labios hinchados y el cabellos como un desastre de mechones, Narel se despidió. Lo hizo apartando el mechón de cabello que le tapaba la cara ya que cuando se estaban besando apasionadament@ Williamson, le había movido la peineta de brillantes hacía arriba alborotándole el moño que parecía un volcán en erupción.
—De aquí no sale hasta que obtenga una respuesta.
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