ALERTA de SPOILERS framento del Cap 3 de "Bogita"
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—Bienvenida a mi humilde morada pantera rabiosa —exclama Román sacando a Torres de sus malos recuerdos.
Brenda Abigaíl Bogita no se muestra tan asustada como curiosa. Mirando a todos lodos, a veces deteniendo su vista en uno de ellos para luego saltar a otro. Sin parecer muy interesada en el discurso repetido por Román, tantas veces, a muchas cenicientas. De hecho ahora que la miraba mejor, no dejaba de ladear los ojos y de suspirar por sus fosas nasales, debido a su boca amordazada.
—Muy bien, como parece que te estamos aburriendo. Te voy a contar lo que sucederá —exclama Román aclarando su garganta, a la vez que agarraba del mentón a la morocha de rulos rebeldes.
Sin embargo, ella solo parpadea antes de lanzarle una mirada cargada con desdén.
—Vaya que eres desafiante... Pero bueno no tenemos mucho tiempo. Claro, eso depende de tu familia y si están o no dispuestos a pagar por tu liberación pronto... —le informa Román, colocando sus dos manos en el suéter de Brenda—... O nos da tiempo para conocernos mejor.
Dice Román rasgando el suéter ligero que ella llevaba puesto. Pero ella solo atina a mover los ojos rápidamente de arriba hacia abajo.
—Parece que nuestra invitada desea hablar —dice RS acercando su mano al rostro de la morocha, tocando esos rulos llenos se libre albedrío, para bruscamente quitarle la mordaza.
—¡Ay! Ten cuidado rubia tarada —insulta ella enseñando los dientes a RS, quién no se queda atrás y la desafía con la mirada.
—¡No me insultas fiera! Aunque seas una gallina de cagar dinero no significa que no te podemos lastimar para ponerte en tu lugar —le informa RS amagando con darle una bofetada.
—No es un insulto, porque realmente son unos idiotas. A los que no lamento informar el poco dinero con el que cuenta mi familia —afirma ella y a Everest no le sorprende, pues ambos fueron a la misma escuela y al mismo colegio, ambos públicos respectivamente.
Sin embargo, obviamente, Román y todos los demás presentes desconocían el hecho.
—Buen intento sabionda. Pero entonces ¿Por qué alguien pobre iría a una Universidad privada? —pregunta Román calmadamente.
—En primer lugar no soy pobre y en segundo lugar, estoy estudiando en esa Universidad gracias a una beca que pude conseguir —responde ella encogiendo los hombros ante las miradas de duda que empezaban a formarse en todos los demás a excepción de Everest.
Por eso finalmente decide intervenir, suspirando en el proceso.
—Oye tenemos un problema... sígueme —le dice a Román, quién lo mira con una mezcla de confusión y molestia. Pero no se niega y le acompaña a otra habitación de la casa.
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