No debí quedarme. Seguimos en descuento.
—Bien, lo que quiero que sepas, es que aún estoy dispuesto a retomar lo nuestro y a volver a ser una familia feliz, como siempre.
—¿Una familia feliz?, no recuerdo que alguna vez, hayamos sido eso — Respondo en un tono irónico.
—No te dejes cegar por la rabia y los celos Micaela, claro que lo fuimos — dice intentando acercarse.
—No lo fuimos y jamás lo seremos, porque entre tú y yo, nada volverá a pasar — espetó molesta.
—Yo que tú, no estaría tan segura. ¿Acaso crees que habrá algún hombre que se interese en tí? Mírate ni siquiera, eres una mujer atractiva, no te arreglas, mucho menos re maquillas, usas esa ropa que te hace lucir hasta un poco mayor, además tienes dos hijos, lo que obviamente no te añade, sino más bien te resta. A como yo veo las cosas, terminarás rogándome que te acepte de vuelta, querida. Solo espero que cuando eso suceda, aún yo esté interesado en hacerte el favor.
Una cachetada que aterriza en su mejilla, hace que mi mano arda, causando una sensación de satisfacción que logro describir con palabras.
(...)
El escozor que siento en mi mejilla, hace que me abalance sobre ella con rabia, que se ha creído esta mujer para golpearme. Sujeto su mano con fuerza, mientras mientras la miro enojado.
—¿Quién rayos te has creído para golpearme? — espeto furioso.
—¿Y quién rayos te has creído tú para ofenderme? — responde.
—Yo no te he ofendido, solo te he dicho la verdad, eso no es ofensa — contesto serio.
—¿Cómo pude vivir tantos años, junto a una basura como tú? ¿Cómo pude siquiera creer que te amaba? — dice mirándome.
—¿Qué me amabas?, por favor Micaela, tú y yo sabemos que sigues amándome, que yo doy lo mejor que te ha pasado y que te pasará en la vida, por eso no debes desaprovechar la oportunidad que te estoy dando de permanecer a mi lado — digo serio.
—Solo amarrada, o tal vez usando una camisa de fuerza, pero mientras esté en mis cinco sentidos, jamás volveré contigo, no solo eres un desgraciado infiel, tambien eres un manipulador, un maldito maltratador y una basura de hombre y de padre — responde ella, mirándome con furia.
— Pues bien que te gustaba esta basura de hombre, cuando te hacía suya — espeto con cinismo.
—Es normal, cuando se te ha olvidado lo bueno, uno suele conformarse con cualquier porquería— dice sonriendo con sorna.
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