Él la deja porque tiene una hija
—No me dijiste que tenías una hija —expresa, enfadado.
—No me preguntaste —contesto con ironía.
Su mirada mortal me hace reír. Alice me agarra el dedo con sus manitas pálidas y regordetas, y yo sonrío ante su gesto. Esta niña se está ganando mi corazón.
—Amber, esto es un gran problema. —Sus manos se dirigen a su cabello castaño—. Si hubieras leído el correo electrónico que te envié, no estaríamos en esta situación.
—Si me hubieras llamado para hablar antes de exponer algo que no existe en televisión nacional, no tendríamos ningún problema.
—Si te ven con esa bebé, pensarán que es mi hija, Prescott —expresa, iracundo.
—Alice.
—¿Qué? —Me mira sin entender a qué me refiero.
—Su nombre es Alice, y si te preocupa tanto, puedes retractarte en los medios, decir que no funcionó. No sé, Logan, darle la vuelta.
—No, mi tumba se cavaría si hiciera eso. Pensarían que no quiero hacerme cargo de la niña.
—Oh, claro, tu imagen siempre tiene que ser impecable, me olvidé de eso…
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Rosa Judith Insignares, Es mi novela "Y de repente… soy madre"
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