¡Recomendación! Novela completa
Ella descubre que él solo la usó para jugar al hombre desamparado...
—No vuelvas a tocarme... —lanzó Joy mientras la brusquedad de sus manos quitaban los dedos de Kieran de su rostro—. ¿Qué quieres aquí? —Su pequeña se levantó de aquel sofá y se plantó frente a él, con esa energía incontrolable que le daba el odio… ese odio que Kieran sentía y lo asesinaba un poco más al sentirlo—. ¿Vienes a humillarme...? ¿Eh? No estás satisfecho, Kieran… —A cada palabra lo empujaba golpeando su pecho y la mirada de Kieran cayó hasta el suelo, dejando que Joy expulsara toda la ira que acumulaba—. ¿O tampoco te llamas Kieran? ¿Te gustó jugar al hombre desamparado conmigo…? Apuesto que te divertiste… al menos la pasaste bien no es así. —La espalda de Kieran golpeó con fuerzas contra la puerta y la figura de Joy enardecida de coraje se potenciaba en cada gesto mientras pronunciaba casi escupiendo el rostro de aquel hombre—. Ya está… puedes ir y decirle al mundo que no solo te f0llaste a Joy… la enamoraste hasta que se olvidó de ella misma. ¿Cómo pudiste mentirme tanto?
—Lo siento. —Era todo lo que sus labios pudieron pronunciar y la cachetada posesa la sintió en su corazón.
—No lo sientas… solo eres uno más de tantos. Una maldita basura que me usó… —pronunciaba llena de animadversión, Joy era una fiera ansiosa de venganza y el calor que Kieran sintió sobre su rostro era el aliento ardiente que le anunciaba que la boca de Joy estaba sobre él—. Ahora seré yo la que los use… los disfrutaré hasta cansarme, sacaré provecho de cada hombre que quiera algo de mí y… empezaré con tu socio…
El espíritu de Kieran se reveló contra la sumisión que tenía su corazón por el dolor que le había causado y al oír las palabras de Joy un arrebato salvaje lo empujó a someterla con su cuerpo. Podía fingir que no le importaba, decirse miles de veces que su pequeña ya nunca más sería suya pero oírlo de su voz… oírlo y recordar como su boca había sido capaz de ensuciarse con los labios de Lewuis… lo trasformó. La arrastró con violencia tomándola de los brazos y aunque Joy intentó zafarse, la giró hasta dejarla de cara a la pared. Turbio… ruin… su sangre solo sentía la bruma que lo enceguecía y bullía como lava producto de las palabras que ella le había dicho. Kieran la sometió con su cuerpo y dejó que todo su peso admirara la tensión y el temblor que Joy manifestaba en su ser al tenerlo así. Sufría, era el castigo más nefasto que había sufrido, sintiéndola bajo su cuerpo, embebiéndose su aroma más la respiración agitada de Joy… que luchaba incansable por salir de su sometimiento.
—No… no lo harás —susurró sin aire, con un nudo en su garganta y al límite peligroso del deseo y la represalia—. Tú jamás vas a venderte, Joy… no… eres Joy… eres Joy. —Y solo decir su nombre enloquecido, recordando sus sonrisas tiernas y sus miradas limpias mientras se llenaba de la fragancia a vainilla de su cabello, le arrancaron a Kieran brotes de ira contra sí mismo.
—Voy a hacer que te arrepientas de empujarme hasta aquí… haré que me odies… —Fuera de toda razón, la voz de su pequeña se oía llena de saña y maldad… llenando la piel de Kieran de un escalofrío lúgubre—. Nunca me amaste… jamás. —Y el matiz herido de Joy lo hizo cerrar sus ojos y aflojar la presión—, nunca sentiste nada por mí… ahora sentirás odio.
Con todo el peso de sus palabras, Kieran la soltó solo para descubrir en su mirada la misma intensidad de sus palabras… Joy lo aborrecía y él también lo hacía… pero jamás podría odiarla a ella, aun cuando lo estaba matando.
—Jamás podré odiarte, pequeña. —Con los brazos a un lado y vencido, Kieran se mantuvo en sus ojos llenos de lágrimas rabiosas e intentó con frenesí traspasar ese muro que había en sus iris para hablarle a su alma—. Te herí, pero nunca quise hacerlo… y aunque tú me odies… —Con prudencia levantó su mano y vibró por dentro cuando ella dejó que recogiera una lágrima que acariciaba su mejilla—, aunque me odies, yo jamás podre odiar a la mujer que amo… la que me devolvió la vida. Nunca, Joy… jamás voy a odiarte.
—¿Qué sabes tú de amor? —expresó con frialdad—. Algún día tendrás las manos vacías y sabrás lo que vale un amor como el mío.
Joy pasó a su lado y ese ínfimo toque lo derrumbó, la puerta se cerró de golpe y los labios de Kieran se abrieron para susurrar.
—Mis manos ya están vacías, pequeña… si no tengo tu amor, prefiero no tener nada.
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2 comentarios
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IngresarNo se porque pone signo de interrogación para los emojis; pero es muy recomendable
Hilda Ramirez, Mil gracias, corazón. Qué gusto saber que disfrutaste de esta novela... Es que la app no registra los emojis.
Hermosa novela ??
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