Se acaba casi el descuento
Hola mis queridos lectores y seguidores, solo paso a recordarle que quedan pocas horas del descuento de:
¡Ups! ¡No me equivoqué!
Feliz fin de semana
Aquí les dejo un fragmento:
1. ALESSANDRO.
Ha pasado una semana desde que Lili despertara en la casa, después de nuestro regreso. Parecía que todo estaba bien, que despertaría al otro día. Pero no, al abrir mis ojos y llamarla otra vez no obtuve respuesta. Sé que tengo que tener paciencia, que es un trauma severo el que se provocó con el disparo en la cabeza y que es un milagro que esté viva. Sin embargo, nunca he sentido tanto miedo en mi vida.
¿Y si permanece así la vida entera, despertándose por horas y volviendo a dormir?
¿Y si un día no despierta jamás?
¿Cómo podré vivir sin escuchar su voz, su risa, sus gritos, sus locuras?
Me levanto despacio sin dejar de mirarla, salgo al balcón a fumar, el nudo que tengo en la garganta me está ahogando. No se confundan, no soy un cobarde, ni un blandito. Soy un hombre que ha soportado los peores golpes que le pudo dar la vida desde que nació. Perdí a mis padres, a mi abuela, a mi esposa, a mi hijo, y seguí adelante.
Sin embargo, a pesar de que amé con todo mi corazón a Celia, jamás imaginé que se podía amar de la manera que lo estoy haciendo a otro ser. Había renunciado al amor, lo hice el día en que vi tirada toda ensangrentada a mi Celia encima del cuerpo de mi pequeño hijo, en su intento por protegerlo. Ese día me juré no volver a dejar que nadie se metiera en mi corazón, al punto de dejar casi de ser yo, para vivir por esa persona.
Ese fatídico día en que me arrebataron lo más preciado que tenía en aquel entonces, aprendí de golpe que no se puede tener todo lo que uno quiere, porque la misma vida se encarga de arrebatártelo. Me empeñé en tener a Celia que no estaba destinada para mí, era el amor de Damián, mi mejor amigo francés. Los herí a ambos tanto, que no se repusieron del golpe. Aún cuando Celia se entregó a mí y llegó a amarme, jamás lo hizo como a Damián, sus ojos le brillaban cuando escuchaba mencionarlo. Y por muy extraño que parezca, no me despertaba celos ese amor de ellos, sino culpa. Porque a Damián le pasaba lo mismo cuando la veía, sus ojos brillaban y desbordaban un verdadero amor. Ellos estaban hechos el uno para el otro.
Y ahora los comprendo, porque mi amor verdadero y destinado, el que me completa, el que me remueve todo mi ser. Por el cual soy capaz de hacer cualquier cosa, yace en esa cama dormida. La tengo y no la tengo. Siempre escuchaba a mi abuela decir que existían personas mágicas y me reía, no podía pensar en que ella creyera en ello. Un día en que se lo dije, se quedó mirándome seria y me explicó cuáles eran las personas mágicas. Fue unos días antes de que dejara de existir, y ahora no sé por qué sus palabras vienen a mi mente.
—Ale sé que la vida te ha tratado muy duro, pero créeme. Un día va a aparecer esa persona mágica que te hará feliz sin que tú lo esperes. Se te va a meter dentro aunque no quieras. Y cuando te vengas a dar cuenta, la estarás amando tanto que te vas a sorprender. Porque cariño, así son ese tipo de personas, en cuestión de segundos se meten en tu mundo. Hacen lo imposible, lo que otros han intentado y no lograron, sin siquiera proponérselo se meten en tu universo. Y se quedan ahí, porque llegaron para acompañarte, para compartir la vida contigo. Te enloquecen, pero te cuidan, te abrazan llenándote de amor sin tú pedirlo, y puede hasta que te rechacen. Y lucharás con todo porque se queden en tu mundo, porque aunque no creas a esta vieja, tú sí te darás cuenta de que es tu persona. Porque hijo, una vez que entra en tu vida, jamás sale, ella llega para quedarse. Ese día, sabrás lo que es el verdadero amor, escucha a esta vieja que te ama más que a nadie en el mundo y que su único pesar en abandonar esta existencia, es dejarte metido en ese mundo de oscuridad en que te encuentras, créeme cuando te digo que tu persona mágica aún no ha aparecido. Por eso hijo, quiero que me prometas que el día que tu persona mágica llegue, te aferrarás a ella con uñas y dientes. No la dejes escapar Ale, porque créeme, esa persona te hará amar como no sabes hacerlo todavía, pero sobre todo te hará inmensamente feliz.
Cuanta razón tenía mi abuela, mi persona mágica llegó envuelta en una halo de locura. Rompiendo todas las barreras que yo mismo alcé, metiéndose en cada rincón de mi alma sin que yo pudiera impedirlo. Destruyendo cada barrera que puse con su locura, con su ingenuidad, con su forma de ser tan honesta y sincera. Con su manera de ver y vivir la vida tan distinta de la mía. Confiando ciegamente en mí sin siquiera saber quien era y de lo que soy capaz de hacer.
De a poco al sentir que tenía a alguien que me esperaba, me llenó de alegría. Pasaba el día deseando que transcurrieran las horas solo para verla, estar con ella, explicarle las cosas que me pasaban por la cabeza. Reírme con sus locuras y ocurrencias, escuchar sus opiniones que son muy inteligentes. Sobre todo, que me tratara como alguien normal y bueno, sin miedo de decirme todo lo que pasa por su cabeza, haciendo que me sintiera vivo de nuevo, valorado como hombre y persona.
Y un buen día me di cuenta de que ella era esa persona mágica, de la cual me había hablado mi abuela, y la quise para mí, porque aun cuando la tenía sentada a mi lado, deseaba buscar su cercanía. Lili es mi persona mágica, la que hizo que aprendiera amar de la manera que lo hago.
Por eso en este instante siento esta tremenda opresión en mi pecho, la que sé que no es resultado de que esté afectado ningún órgano de mi cuerpo físico. Pero me asfixia, es insoportable, lo tengo aquí, clavado en mi pecho, haciendo cada vez mayor el nudo en mi garganta. Por el miedo a que ella permanezca así. Unos golpes en la puerta me sacan de mis pensamientos, apago el tabaco, y voy a abrirle a Rufo, que por mi semblante, sabe.
—¿No despertó hoy tampoco?...
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