Recomendación de Estreno
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Resulta que el año pasado, durante las vacaciones, conocí al idiota de Theron Niarchos.
Claro que, cuando lo vi por primera vez, estaba muy, pero muy muy lejos de imaginar que era una completa mierda. Para no hacerles largo el cuento, salí varias veces con él, se portó como todo un caballero, me mostró algunos parajes de la Isla, nos dimos unos cuantos besos, hubo alguno que otro toqueteo y justo el día que pensaba insinuarle que pasáramos la noche juntos, me lo encontré besuqueándose no con una, sino con dos chicas.
Me sentí como una tonta al darme cuenta de que era una turista más con la que el señor quería pasar el rato y como conmigo no había conseguido lo que buscaba, se lanzó a la caza de mujeres dispuestas a darle lo que yo no. Lo peor del caso, fue que de verdad creí que lo que surgió entre nosotros, podría convertirse en algo más.
Cuando él se dio cuenta de mi presencia, sonrió mirándome de pies a cabeza, mientras las tipas que lo acompañaban soltaron unas risitas de burla que hicieron que mi autocontrol se fuera al diablo. Otra en mi lugar, se habría marchado de allí llorando, pero yo no quería irme sin soltarle a ese imbécil unas cuantas verdades.
Ahora sé que no debí rebajarme hasta el punto de reclamarle como una novia engañada, así me habría evitado escuchar todas las cosas feas que me dijo.
Durante ese último año había hecho un enorme esfuerzo por olvidar que me invitó a tener sexo con él y con esas brujas que me miraban como si fuera muy poquita cosa.
Harta de escucharlo, le di una cachetada antes de dar la media vuelta con la intención de ir a refugiarme en el hotel para lamer mis heridas. Y mientras me iba, me gritó que no era más que una mojigata que no sabía lo que era el buen sexo y que moriría sin saber lo que era un hombre de verdad. Para rematar, me dijo que estaba seguro de que, con mi cara de niña buena, sería una completa decepción en la cama y eso, me dolió.
—¡Prefiero acostarme con una zorra bien dispuesta que con una mustia que no sabe cómo complacerme! ¡Ni siquiera besas bien! ¡No eres la gran cosa! —Gritó a todo pulmón, mientras esas tipas no paraban de reír.
De camino al hotel, no solté ni una sola lágrima, las retuve como pude hasta llegar a mi habitación. Apenas cerré la puerta, me eché a llorar sin consuelo. Me sentía burlada y humillada, quería que el viaje llegara pronto a su fin, volver a mi país y no volver a ver nunca más a ese maldito imbécil.
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