Me Senté Frente a una Máquina de Escribir Prestada
Un amigo trajó su máquina de escribir para que le ayudara con una historia. Ambos tenemos una afición por estos antiguos aparatos que, milagrosamente para los estándares de los aparatos de hoy, aún funcionan a pesar de tener más de 50 años.
En fin. Me senté frente a su máquina de escribir, la cual tiene una tipografía cursiva, por cierto, y empecé a escribir la primera cosa que me llegó. Es algo más dirigido a otros escritores que a lectores. Así que quizás no sea para todo mundo esta actualización de blog. No obstante, si les interesa saber un poco de lo que se trata ser escritor, quizás lo encuentren interesante.
A continuación la traducción de dicho texto, ya que originalmente lo escribí en inglés:
Entonces!
¿Qué es escribir? ¿Qué es sentarse en frente de un teclado y producir palabras para contar una historia? ¿Qué es tratar de decirle algo a la gente a través de plabras que ni siquiera estás seguro de estar usando correctamente?
Hemingway una vez dijo algo parecido a que es fácil. Que no es nada en ealidad. Todo lo que uno tiene que hacer es sentarse, sudar, y sangrar.
Y creo que esa es la mejor forma de ponerlo en palabras. No sangras literalmente... pero... imagina cortarte a ti mismo y no ser capaz de hacer algo para parar el sangrado. Imagina no poder hacer nada más que ver tu sangre brotar de la herida, sabiendo que mientras más tiempo pasa, el resultado más seguro es que te desmayarás y morirás.
Esa es la angalogía. Cuando estás atorado, y te le quedas viendo a la pantalla o al papel, y la ves, y la ves, y la ves, sientes tanto tu tiempo como tu vida brotar y gastarse. Y mientras más lo ves sin hacer nada, más sabes que tu vida simplemente... brota. Y no puedes hacer nada al respecto.
O, incluso si empiezas a escribir algo, cada letra es una parte de ti. Por lo tanto, es tu esencia, tu ser mismo, sangrando y cayendo al papel, estampada en tinta o un código binario en vez de sangre. Y estas palabras estan destinadas para otras personas que las leeran. Personas a las que probablemente no les gusten. Gente a las que por consecuencia no les guste tu sangrado. Gente que, por lo tanto, no les gustas tú. Ya que, recuerda, te sangras a ti mismo en tus escritos.
Eso es escribir.
Y nos debemos odiasr a nosotros mismos por rendirnos ante el acto, e incluso querer hacerlo todos los días.
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