¡Hola! ¿Cómo están?
Ayer por poco no escribí un testamento, je... Sepan disculpar, es uno de mis pecados como novelista (seguramente ustedes tendrán tambien los suyos y posiblemente hasta compartamos algunos :D) Hoy trataré de hacerlo más breve.
Suelo saludar los fines de semana porque generalmente son días que aprovecho para quedarme en mi casa y hago mucho trabajo en Internet y redes sociales, además de escribir (aunque confieso que hay días en que estoy sobrepasada de cosas y termino postergando la escritura...)
Hoy quiero hablarles un poco de Bufeos. En Litnet va por el capítulo 80 de 98 que son en total; a razón de dos o tres capítulos por día o día por medio, en un plazo no mayor de dos semanas estaría completo. Es una novela basada en una leyenda amazónica, protagonizada por una psiquiatra que tiene un método nada ortodoxo con el que cura a sus pacientes, y que consta de dos ejes. El primero, su obsesión por descubrir qué pasó con una paciente que le derivaron, la única en toda su carrera que no está pudiendo curar. Esto la lleva a realizar un trabajo casi detectivesco, para reconstruir la vida de la joven, que la lleva a vivir situaciones que jamás imaginó. Paralelamente, el mutismo en el que siempre envolvió al padre de su única hija empieza a resquebrajarse y amenaza con destruir la vida que construyó.
Más que describirla, prefiero obsequiarles un fragmento.
La profesora le ofreció asiento y un cafecito, que Evangelina aceptó gustosa. Luego le comentó con lujo de detalles todo lo que sabía.
Mara Santos había sido una alumna ejemplar: tenía asistencia perfecta, notas brillantes, uno de los mejores promedios de la facultad... ¡Era increíble! Lamentablemente, era muy introvertida, por lo que nadie había tenido un trato demasiado íntimo con ella. El mejor recuerdo que de Mara conservaban era, justamente, su inteligencia admirable y su aplicación a los estudios. Fue así desde que ingresara a la facultad, a los dieciocho años. Hasta que...
Aquí la cuestión empezó a ponerse interesante. Mara Santos había caído en picada al reanudarse el ciclo lectivo del año 2003. Primero notaron su falta de concentración, la poca voluntad que ponía en realizar y presentar a tiempo los trabajos, lo poco que se preparaba para los exámenes. Algo que llamó la atención de todos, pues estaba a dos pasos de recibirse, lo cual siempre había sido el motor de su vida. De vez en cuando daba la impresión de estar depresiva. Había rastros de lágrimas en su rostro, se alimentaba poco y mal, incluso se descompuso un par de veces... Alguien hizo correr la voz de que estaba anoréxica, y como era evidente que había bajado unos kilos, todos lo tomaron como cierto.
Lejos de superar lo que fuera que le había ocurrido, estaba cada vez peor. Faltó un día a clases y nunca volvió a la facultad. Algunos compañeros le telefonearon y fueron a buscarla a su casa un par de veces, pero desistieron al verla. Como no había entablado amistad con ninguno, no se justificaba insistir ni preguntar cada tanto si había mejorado. Enterarse de que la habían internado en un psiquiátrico era terrible. ¿Qué le había sucedido?
Prometo más fragmentos de Bufeos y de Llamaradas y también de El Juego de las Máscaras, cuando se aproxime el comienzo de su publicación en Litnet.
Les mando un saludo grande a todos; ¡que pasen un lindo domingo!
1 comentario
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Lu Carmona, ¡Gracias! :)
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