Náufragos 18+

El haberlo conocido fue sin duda un pase directo para asistir a terapia.
Sus ojos, su voz, su forma de ser. Todo de él me atrapo y sin darme cuenta, caí, como los insectos quedan atrapados en las telarañas.

Tejió poco a poco esa telaraña y pese a que sabía lo que hacía, permanecí a su lado, aun sabiendo que yo sería su próxima víctima. Se fue, dejándome varada en este barco que se hunde a cada minuto y del que sé que nunca lograre escapar.

Ahora solo estoy naufragando en el solitario mar de los recuerdos, tratando de aferrarme a algo que probablemente nunca pasó.