Rozando la perfección

Mi vida giraba entorno a las 4 virtudes de mi familia, esa malditas virtudes, cuatro estúpidas virtudes inflexibles que solo sirven para volverme infeliz, hasta que llegó él.

—¡Ven aquí, cereza! ¡No corras en bragas por la casa!—él gritaba de manera burlona su rostro se constorcionaba a causa de la risa porque ver a la joven correr en bragas con su pelo revuelto, sus zapatos en una mano y su vestido en otra con cara de loca, era una imagen que quería recordar por siempre.

Era una imagen que deseaba contemplar siempre.

—¿Acaso no te das cuenta que dormimos juntos? ¿Acaso tuvimos sexo? ¿¡METISTE TU PITO EN MI VAGINA, FIONN!?—gritaba histérica, sí, esa es su novia, la que ahora en adelante dejaría de ser su adorable cereza y pasaría a ser la que iría al manicomio sino llegaba a calmarla.