Tenía ocho cuando el infierno comenzó.
Doce cuando me sentaron frente a un psiquiatra sin explicaciones.
Y ahora, soy lo bastante mayor para que la gente crea que ya debería estar "bien".
Qué adorable.
Aprendí a sonreír mientras todo se pudría por dentro.
A hablar el idioma de los cuerdos au...
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En proceso: 30 Jul
7 pág.
Sí, quiero