-Tú eres mía Annia. –Susurra en mi oído, erizando los vellos de mi nuca.
-¡Jamás! –Exclamo, intentando zafarme de su aferre.
-No puedes huir de mí. –Besa mis labios con tosquedad.
-Nunca te daré mi amor. –Forcejeo, pero solo logro que me aprisione más entre sus robustos brazos.
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