Me encanta la oscuridad, hablo de ese rincón de la existencia donde lo inmoral y lo prohibido bailan bajo el mismo reflector, justo en donde los santos cierran sus ojos y los demonios toman su verdadera forma humana. Escribir es mi confesionario, pero mis personajes nunca buscan la absolución; son de tonalidades grises como la vida misma, porque nadie es completamente blanco o completamente negro. Pero al final me enamore de alguien que jamás vi, de palabras que no eran para mi y de acciones que eran para ella (me enamore de un personaje literario).
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