La pluma karmin escribe desde un lugar donde el deseo, la duda y la ternura coexisten sin pedir permiso. No viene del canon, ni de la academia, ni de la tradición: escribe desde la piel y la experiencia, desde lo que se revela en una mirada prolongada o en un silencio que incomoda.

Su narrativa no se adscribe a etiquetas fijas: experimenta, observa, prueba. Escribe como quien escucha una conversación ajena en un café y la convierte en universo. Cada historia suya nace de lo cotidiano, pero lo vuelve peligrosamente íntimo. Porque para la pluma? lo emocional no es blando: es el fuego que abre caminos.
No escribo para gustar, escribo para que algo te arda un poquito por dentro.”


En su mundo, las protagonistas no buscan definirse: se descubren. Y eso, quizás, sea lo más real que puede ofrecernos una autora: el viaje sin mapa, pero con los sentidos afilados.

Esta es su primera obra publicada, pero no su primer salto. Lo empírico es su marca: lo que no se explica, pero se siente.
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