LeonIbarra

Siempre me ha gustado escribir. Cuando era niño, mi papá me contaba historias maravillosas y variadas. No sólo me inculcó el hábito de la lectura, también el de crear y compartir historias. Pero decidí pausar mi aficción y concentrarme en mis estudios universitarios. No se equivoquen, no pienso que fuera un error. Contrario a eso, considero que mi formación fue la adecuada y la que me permite hoy tener más confianza en mi pluma. Pero volvamos a la historia. Comenzó la pandemia provocada por el brote de Covid-19. Y la cuarentena se extiende más de lo esperado. Fue durante este encierro que encontré una pequeña cápsula del tiempo; dentro hallé cuadernos viejos en los que había escrito historias increíbles. Entonces recordé que tuve la meta de convertirme en escritor.  Empecé a corregir ortografía y sintaxis. Pero publicar resultó ser más dificil de lo que imaginaba. Tenía miedo de la crítica, pese a que amaba cada detalle de la historia. Lo que me faltaba era verlo materializado; quería ilustraciones. ¿Cuál era el problema? No sé dibujar. Para solucionar el problema, le conté brevemente la historia de La Tierra del Sol a una gran amiga: Ibex Ly, una excelente diseñadora y creativa, a quien debo más que la portada. Ly me dio la seguridad que necesitaba con sus palabras y sus imágenes. El proyecto ya no sólo sería una historia escrita, también iría de la mano con sus ilustraciones. La Tierra del Sol es el principio de una larga lista de historias que espero poder compartir con ustedes. Espero lo disfruten tanto como nosotros.  
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