Dos perlas negras anilladas en oro vigilan, mimetizadas en lo alto; son los segundos ojos de Ptolomeo, de pupilas de Fresnel. No le puedes ver, ciego cabrilleo, pero quien enciende la pira te ve, el resplandor es la guía en llamas de oscuridad perpetua. Las esferas de vacío circunvaladas por halos dorados están vivas e inertes; trasmutan de un jindama ancestral a omnipresencia celestial. Divisan todo en la lejanía, observan todo en la cercanía, en silencio.
Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.