Alekey podría jurar que sus pulmones ya eran de un color grisáceo o negro, el olor a cigarro ya era parte de el, lo relajaba, y si, quizá lo mantenía alejado de su realidad.
Jamás imaginó que un olor tan delicado como lo es el olor a lavanda lo volvería loco, tan necesitado, tan débil.
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En proceso: 02 Jul
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