Rafaelcabrera

El Legado de la Noche Eterna . ​El silencio posterior a la follada final no fue vacío; estaba lleno de la presencia eterna de Vicky. Luis se levantó, su cuerpo desnudo y vaciado era ahora el monumento a su rendición total. Se acercó al espejo, donde el reflejo de su culo marcado por la 'V' del tatuaje invisible era la única verdad. ​La Noche Eterna le había quitado todo —el control, la privacidad, la resistencia— y le había dado una sola cosa a cambio: el placer más vicioso y absoluto. Luis sintió una alegría profunda. ​De la oscuridad, una voz suave y dominante surgió, no en su mente, sino en la habitación. ​— Tu novela es un éxito, mi maricón. Es la prueba de que eres mío, y de que la Noche Eterna nunca termina —dijo Vicky. ​Una sombra caliente se posó sobre Luis. Sintió un beso lento

​Kira Rourke, ex-criptógrafa, descifra un mapa que revela Aethel, la ciudad oculta de la Atlántida, fuente de energía ilimitada. Perseguida por "El Cónclave," un sindicato global que quiere ese poder, Kira debe aliarse con el explorador Elias Vance. Juntos, corren del Ártico al Mediterráneo. La Atlántida está armada y la conspiración es más antigua y letal de lo que imaginan. La verdad es una cuenta regresiva hacia el caos global.

Raúl, un joven de 17 años con un físico envidiable y un atractivo trasero, es un estudiante que oculta una adicción al sexo y una mente marcadamente pervertida. Su naturaleza pasiva lo convierte en alguien vulnerable a las influencias, pero también en un buscador insaciable de experiencias.

Un grupo de seis amigos – Gloria, la audaz youtuber de fenómenos paranormales; Carmen e Isabel, las reticentes amigas de Gloria; Antonio, el valiente líder; y Luis y Carlos, los escépticos pero leales compañeros – deciden adentrarse en la tristemente célebre Villa Sombría en Sevilla. Atraídos por la promesa de contenido viral y la emoción del peligro, pronto descubren que las leyendas de la mansión son horriblemente reales. La casa, un laberinto de pasillos que se retuercen y habitaciones que se cierran, parece tener voluntad propia, y sus habitantes espectrales –una mujer lamentosa y una figura masculina colérica– no están dispuestos a dejarlos salir.