1. Cazadores Legendarios. La Vara Ancestral.

1. El Inicio

Todos los lunes, Eric llegaba más tarde a casa de lo habitual, ya que era el día que estaba más tiempo en la universidad. Pero hoy especialmente iba mucho más tarde de lo acostumbrado, ya que se entretuvo en clase y por si fuera poco, perdió el autobús que cogía siempre, teniendo que esperar unos 20 minutos hasta que pasara el siguiente.

Ya en el autobús y tras diez minutos de recorrido, Eric se dio cuenta de que su parada era la siguiente. Así que tocó el timbre y se dirigió a la puerta. El autobús se estacionó y Eric se bajó, siendo el único pasajero que se apeó en esa parada. Ese último hecho no le iba a parar, así que se dirigió a la calle que le llevaría a su casa.

El barrio a esas horas estaba desértico, lo único que poseía vida era un pequeño bar que estaba lleno de gente debido a que jugaba el Real Madrid. Le quedaban tres portales para llegar al suyo, cuando una chica de pelo moreno y atractiva le adelantó corriendo por su izquierda. Eric no se sorprendió por aquello, pero sí que lo hizo cuando vio que la chica se paraba en el portal de su casa. Así que de forma automática e intuitiva, aumentó su marcha hasta llegar a la puerta.

–  Hola – dijo Eric tímidamente.

La chica le escuchó, pero no dijo nada, ya que estaba ocupada buscando las llaves para abrir el portal.

– Ya abro yo – Eric sacó las llaves de su bolsillo y las introdujo en la cerradura.

– Gracias – soltó la chica desesperada al no encontrar las suyas.

Ya dentro, ambos avanzaron hasta el ascensor, dónde Eric presionó el botón y al instante se empezó a escuchar el sonido de los cables hacer su trabajo. Justo en el momento en que la chica vio que la puerta del ascensor no se abría, refunfuñó en bajo.

– Cuando más prisa tienes, más tarda el ascensor, ¿verdad? – Se inventó Eric.

Eric se dio cuenta de que ella no tenía intención de responderle, así que intentó entablar conversación con ella.

– ¿Eres nueva en la casa? No te he visto nunca – preguntó Eric aventurándose un poco.

– Solo estoy de paso – agregó ella seriamente.

– ¡Ah! Ya ¿Eres estudiante de intercambio? – Volvió a preguntar Eric justamente cuando se abría la puerta del ascensor.

Ya dentro, Eric pulsó el quinto y poco después vio como ella pulsaba el segundo. En ese momento, Eric pudo inspeccionar a la chica. Era casi igual de alta que él, pelo negro, liso y largo, cara redonda y maquillada, ojos verdes, labios perfectos y pintados de rosa, una tez cuidada, de complexión media, atractiva, vestía un pantalón vaquero ajustado y una sudadera azul y calzada unas zapatillas deportivas.

–  ¡Qué va! Yo ya no estudio, a mi eso se me acabó hace mucho tiempo – respondió ella en el momento en el que el ascensor se puso en marcha.

Unos pocos segundos después, el ascensor se paró y sonó “din dan”, habían llegado al segundo piso. Entonces, al instante se abrió la puerta y la chica salió corriendo.

–  ¡Hasta luego! Me llamo Eric, por cierto.

La chica le escuchó, pero no le dijo nada y se dirigió al pasillo. Pero pasados unos pocos segundos, se volvió a cerrar la puerta del ascensor y éste retornó el ascenso al quinto piso. Pudiendo entrar por fin en su casa, dónde Eric se dispuso a cenar y finalmente se fue a la cama.

 

Tres días después. Viernes…

Aquel día, Eric se levantó más tarde de lo habitual, pero eso no le impidió hacer lo de siempre, que era desayunar y hacer alguna tarea de clase. Tras acabar de hacer esto, se puso a cocinar y a continuación se puso a comer rápidamente, ya que la hora se le echaba encima.

Tras tener la barriga llena y haber recogido todo, cogió la mochila y se dispuso a ir a clase. Aunque como era costumbre en él, se bajó andando en vez de utilizar el ascensor.

Entonces, cuando se encontraba bajando de la tercera a la segunda planta, escuchó una serie de gritos que provenían de algún lugar. Extrañado, Eric continuó hasta llegar al segundo piso, donde vio de mala manera como metían a rastras a alguien en una casa, así que asustado, volvió a subir las escaleras hasta llegar a la mitad, quedándose en silencio pensando en que hacer, si llamar a la policía o hacer como si no hubiera pasado nada.

Al final no hizo ninguna de esas cosas, ya que se fue a hurtadillas hacia la puerta en la que habían metido el cuerpo y pegó su oído derecho a la madera. Pudiendo escuchar a varios individuos hablar de algo, aunque no pudo distinguir ni una sola palabra. Aún así, Eric siguió con el oído pegado a la puerta en su afán de entender algo, pero de repente se vio sorprendido cuando la puerta se abrió de golpe, haciendo que se asustara y se echase hacia atrás hasta chocarse con la pared. Se intentó levantar, pero ya era demasiado tarde, un chico le dio un leñazo en toda la cabeza, dejándole inconsciente al instante.

 

Eric se despertó sentado en una habitación pequeña, sin nada de decoración y en la que hacía una buena temperatura. Desvió sus ojos hacia la única ventana que había,  observando que se encontraba en un piso bastante alto. Ya que enfrente había un parque frondoso y al fondo había lo que parecía una ciudad. Pero no era el único detalle del que se percató, ya que a la derecha había una carretera con todo el aspecto de ser una nacional. Aunque justamente, y cuando estaba mirando hacia la calle, pasó un camión de bomberos americano, dándose cuenta Eric de que algo no cuadrada, o estaba soñando o se encontraba en un set de rodaje. Con algo de curiosidad, se levantó y se dirigió a la puerta. Descubriendo que en el pasillo había mucha gente andando, unos con más prisas que otros y con la particularidad de que todos tenían lo que parecía unos tatuajes en los brazos e incluso en el cuello y en las piernas.




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