1. Cazadores Legendarios. La Vara Ancestral.

2. La Central

Eric se despertó en una cama que era bastante cómoda y calentita. Así que tras desperezarse un poco, abrió los ojos lentamente, viendo que en frente de él había una pared blanca con una ventana en medio, así que se giró al otro lado para descubrir lo que había. Encontrándose con una enfermera que se encontraba mirando una pantalla a la vez que apuntaba algo en un papel.

– ¡Uy! Si te has despertado – dijo la señora – Voy a avisar a Jake…

– ¿Dónde estoy? ¿Qué me ha pasado? – Preguntó Eric sin recordar nada.

– Estas en la enfermería, te desmayaste por el dolor que sufrías en el pecho. La gente normal no hubiese podido soportar el dolor de una costilla rota y tu aguantaste hasta con… ¡Cuatro! Incluso llevaste en brazos a una persona. ¡Increíble! – Elogió la enfermera.

– ¡Sarah! ¿Qué ha pasado con ella? ¿Está bien? – Eric se acordó de lo que había pasado antes en el apartamento.

– No se encuentra en buenas condiciones, pero está a salvo – la enfermera se dirigió a la puerta –. Ahora viene Jake, tiene que hablar contigo. No te muevas de aquí – la señora se marchó de la habitación.

– ¡Espera! No te vayas – exigió Eric, pero ya era demasiado tarde, la enfermera ya había desaparecido de su vista.

Pasó aproximadamente unos quince minutos hasta que Eric recibió su próxima visita.  Durante esos minutos de espera, le dio tiempo a revivir el incidente un par de veces en su mente. Con la consecuencia de ponerse más nervioso y de formular preguntas que ni si quiera él sabía responder.

– Estas despierto – dijo una voz masculina, haciendo que Eric se girase hacia la puerta. Viendo al chico que ya conocía de antes –. Soy Jake – habló de nuevo.

– Hola.

– Llevamos días esperando a que te despertaras – Jake se metió en la habitación.

– ¿Qué qué? ¿Días? – Eric se exaltó y se reclinó en la cama.

– Si – asintió Jake –. Para ser exactos, 3. Hiciste un esfuerzo físico bestial para aguantar todo aquel dolor mientras llevabas a Sarah en brazos. Es normal que un humano normal estuviera todos estos días en la cama –Jake miró a Eric.

– ¿Como está Sarah? Necesito saberlo, por favor – preguntó Eric algo nervioso.

– Se encuentra estable, mañana la vuelven a operar.

– Menos mal – se alivió Eric –. Imagino que Sarah te habrá contado todo lo que ha sucedió en el apartamento.

–  No – negó Jake con la cabeza – Verás… Sarah lleva inconsciente desde que llegó. No es nada mala, pero los médicos dicen que puede estar varios días así. Digamos que es como una especie de coma, así que no sabemos cuándo despertará – pausó –. Y por eso estoy aquí, necesito que me cuentes todo lo que pasó en aquel piso, absolutamente todo – sentenció.

– Espero que se despierte pronto… – Dijo Eric en un tono entristecido.

– Eso esperamos todos… Pero recuerda que tú la has salvado, así que no te pongas triste y empieza a hablar.

Eric asintió y empezó contando la historia desde el momento en el que Sarah fue a recogerle a casa. Después le estuvo comentando la charla que habían tenido y por último le contó cómo empezó la pelea y cómo se desarrollo. Tras decirle que había cogido la espada y que había matado al hombre, Jake se exaltó y se acercó más aun a Eric.

– ¡Espera un momento! ¿Me estás diciendo qué cogiste la empuñadura y qué la espada se activó?

– Si, fue cogerla y al instante salió la hoja – dijo Eric recordando aquel momento.

– ¡Eso es imposible!

– ¿Imposible por qué?

– Solo los cazadores pueden activar la espada – le contó Jake –. Al no ser que... – Dejó la frase a medias.

– ¿A no ser qué….? – Eric se quedó con intriga.

– Hay una leyenda que dice que no solo los cazadores pueden activar la espada, hay personas normales, como tú, que lo pueden hacer. Pero esas personas tienen que ser especiales y deben de poseer mucha fuerza en el interior – pausó Jake –. Pensaba que era un mito, pero si lo que dices es verdad… Tú serías el primero en corroborarlo – Jake se quedó anonadado –. Tengo que hablar con alguien, vengo en un rato – Jake salió corriendo de la habitación.

– ¡Eh! – Gritó Eric intentando pararle, pero Jake ya se había marchado –. Otra vez que me dejan tirado…. – Refunfuñó.

Pasaron un par de horas y no hubo movimiento alguno por su habitación hasta la hora de comer, cuando apareció una enfermera para dejarle una bandeja con comida que no dudó en zamparse en cuanto la chica se marchó de la habitación.

Nada más acabárselo, se comió la fruta y finalmente se preparó para devorar el postre, unas deliciosas natillas. Pero cuando fue a abrirlas, Jake entró corriendo por sorpresa en la habitación, obligándole a dejar el postre en la bandeja.

– Vamos, levanta – dijo Jake obligándolo.

– ¡Venga ya! – Se quejó Eric –. ¡Qué me tocaba el postre!

– Ya tendrás tiempo, la directora quiere verte – dijo Jake –. Te he traído ropa, cámbiate en el baño. ¡Rápido!

– ¡Vale vale!




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