1. Cazadores Legendarios. La Vara Ancestral.

8. Contra Lobos

Un portal se abrió en mitad de una carretera de doble sentido en la que a los lados había un bosque con árboles enormes que daban bastante miedo por el aspecto que tenían. El primero en aparecer fue Stephen, después vinieron el resto.

– Recordad, el arma en modo tranquilizante, nada de ir a matar – resaltó Jake.

Cuando Jake dijo aquello, Eric miró la pistola y no supo cómo cambiar el modo de disparo, si es que había diferentes modos, claro. Así que Stephen se acercó a él, cogió su pistola y cambió el pequeño interruptor que había encima de la culata, que ahora miraba hacia el cargador y no hacia la punta de la pistola como antes. Tras esto, le devolvió la pistola a Eric.

– Es una manada muy grande – continuó Jake –. Nos dividiremos en tres equipos, Derex con Stephen, Eric con Sarah y Katherine conmigo.

Cada miembro de los equipos se juntó y se quedaron esperando órdenes.

– Recordad, hay un Alfa con ellos, si le veis, avisar inmediatamente a través del reloj y estaremos con vosotros en poco tiempo. También quiero que aviséis por cada lobo que dejéis fuera de combate – pausó –. ¿Entendido?

Algunos dijeron que si y otros asintieron.

– La parte norte del bosque es la más grande, así que nosotros y vosotros –  señaló a Derex y Stephen –. Cubriremos esa zona. La otra la cubriréis vosotros – señaló a Eric y Sarah –. Suerte a todos.

Cada equipo se fue hacia el terreno que tenían asignado.

– ¿Por qué hay que tranquilizar a los lobos? ¿No sería mejor matarlos? Si están atacando a la gente... – Comentó Eric andando junto a Sarah.

– Estos lobos atacan por culpa de una droga que ha creado el doctor Abraham. Se distribuyen en fiestas y ellos lo consumen pensando que es una droga cualquiera. Así que como no es culpa de ellos, no hay que matarlos – explicó Sarah atenta al terreno.

– ¿Y por qué no atrapáis a ese doctor?

– Lo hicimos. Pero no teníamos las pruebas suficientes, así que quedó libre de cargos, como siempre – refunfuño ella.

Sarah se paró en seco, se llevó el dedo a la boca y gesticulo "silencio". Eric asintió y se puso en alerta, levantando su pistola y apoyándose en un árbol. Pero n le do dio tiempo a ver nada, cuando Sarah disparó su pistola hacia delante. Escuchando un rugido de algo y al instante sonó como eso se desplomaba al suelo. Saliendo Sarah corriendo para comprobar el cuerpo del lobo, con la mala suerte de que lo hizo mal, ya que otro lobo apareció de los árboles por sorpresa y fue directo hacia ella.

Eric vio a cámara lenta como el lobo se acercaba, así que salió del árbol en el que estaba escondido y apuntó con el arma hacia él. Disparó una vez y falló por unos pocos centímetros. Volvió a disparar y esta vez acertó en el costado, haciendo que el lobo se cayese estrepitosamente al suelo.

Sarah se dio la vuelta rápidamente con el arma lista para disparar y vio al lobo desplomándose. Giró la cabeza y vio a Eric bajar su arma.

– Bien hecho – dijo Sarah incrédula –. Gracias.

– Ya van dos veces que te salvo la vida…

– No seas pelota – Sarah empujó a Eric.

Ambos se rieron tímidamente, pero no querían distraerse mucho, así que Sarah tecleó unas cosas en el reloj y empezó a hablar a través del dispositivo.

– Chicos, dos lobos menos.

Eric entendió al instante que era el reloj, un intercomunicador.

– Por aquí – se escuchó la voz de Stephen –. Solo hemos reducido a uno.

No hubo ninguna respuesta más, así que siguieron andando en silencio por aquel bosque. De en vez en cuando se paraban en seco por algún ruido que rompía la noche. Pero no se trataban de lobos, sería otro animal cualquiera.

– ¡Sarah! – Sonó del intercomunicador.

Los dos se pararon y ella respondió.

– ¿Qué pasa Jake?

– Acabamos de ver una manada de unos siete u ocho lobos dirigiéndose a vuestra posición – dijo Jake alertado –. Vamos con vosotros ahora mismo, también van Derex y Stephen. ¡Aguantad!

Sarah y Eric se miraron mutuamente, tenían miedo y nervios. Aunque al instante, el silencio se rompió por culpa de varios aullidos a la vez. Así que Sarah se preparó para luchar mientras que Eric miraba a su alrededor un par de veces en busca de algo.

– ¡Sarah! – Gritó Eric.

Ésta no respondió, ya que se estaba preparando para la futura lucha. Así que Eric fue corriendo hacia ella y se puso delante.

– ¡Sarah! – Dijo Eric moviendo los brazos.

– ¿Qué quieres?

– Vamos, hay que subirse a los arboles – Eric señaló a uno.

– ¿Para qué? Tenemos que enfrentarnos a ellos – respondió ella apuntando con la pistola hacia el horizonte.

– De que te va a servir luchar si estas muerta – dijo Eric mirándola a los ojos y  seriamente –. Son muchos lobos, Sarah – bajó el tono de voz –. Más de los que podrías encargarte.

Sarah se quedó en blanco durante unos instantes, parecía estar pensando en algo. Pero de repente bajó el arma, se la guardó y se dirigió a un árbol, el cual empezó a escalarlo hasta llegar a una altura considerable. Seguidamente Eric hizo lo mismo pero en un árbol que estaba a pocos metros del de Sarah.




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