1. Cazadores Legendarios. La Vara Ancestral.

14. El rescate

Poco rato después…

El grupo estaba preparado para ir al almacén que comentó el Kirox antes de morir.

– ¿Estáis listo? – Preguntó Stephen guardando un arma en la parte trasera del pantalón.

– ¿Es necesario tanta arma? – Dijo Sarah comprobando que llevaba todo.

– No sabemos lo que nos podemos encontrar en el almacén – añadió Katherine poniéndose un arco en la espalda.

– ¿Llevas todo, Eric? Te veo muy ligero – le dijo Stephen cuando ya estaba listo para partir.

– Si, tranquilo, me la puedo apañar solo con esto – Eric estaba seguro de que con la espada del cazador iría sobrado.

– ¿Estamos todos listos? – Preguntó Sarah.

Algunos dijeron que si y otros asintieron.

– Voy a abrir el portal entonces, lo he situado dos calles más arriba para que no nos vean– dijo Derex haciendo gestos con las manos y brazos, haciendo que al instante el portal se abriese.

Cruzaron el portal todos, siendo el último Derex, que lo cerraría poco después. Al hacerlo, Stephen echó un vistazo a su alrededor, estaba comprobando el perímetro.

– Es por aquí – dijo Katherine avanzando por una calle lúgubre y en la que no había nadie.

Mientras avanzaban por la calle, Eric se iba fijando en todo, en las farolas, que todas estaban rotas, en los edificios, que estaban abandonados y en la calle, que estaba en bastante mal estado. Cuando la calle estaba a punto de acabarse, Katherine, la cabecilla de la tropa, hizo un sprint y se apoyó en la pared que daba a otra calle. Asomó la cabeza y rápidamente la quitó, miró al grupo e hizo un gesto para que todos se apoyasen en la pared.

– El almacén está ahí delante – susurró Katherine.

Stephen y Sarah se quitaron de la pared y se puSieron delante de Katherine para echar un vistazo, contemplaron un gran almacén abandonado y que en no mucho tiempo parecía que se iba a derrumbar.

– Un buen sitio para esconderse – dijo Stephen en voz baja.

– No hay nadie vigilando, que raro –Sarah se extrañó.

– No deben saber que venimos, tenemos que aprovechar el momento – Stephen miró de nuevo al almacén –. Si te fijas, el almacén es simétrico, si tiene una entrada delante, la debe de tener atrás.

Sarah asintió y ambos volvieron con el grupo.

– Hay dos entradas, así que nos separaremos por dos equipos, Katherine, Eric y Sarah entrareis por la puerta principal, Derex y yo vamos por la trasera – dijo Stephen dando órdenes.

– Suerte chicos – dijo Sarah mirando a todos.

– Y mucho cuidado, no sabemos lo que nos espera – añadió Stephen preparando sus armas.

Tras decir esto, Derex y Stephen se fueron por la parte trasera del almacén por precaución. El resto del equipo se acercó rápidamente a la puerta principal.

– ¿Preparados? – Preguntó Sarah poniéndose al lado de la puerta y sacando su espada al instante.

Sin decir nada, Sarah abrió la puerta y entró corriendo. Detrás de ella fueron Eric y Katherine. Eric avanzó un par de metros en la oscuridad hasta que se topó con Sarah, que parecía estar mirando los alrededores por si había algo fuera de lo normal. Avanzaron un poco más cuando una la luz tenue empezó a iluminar aquella sala. Continuaron andando hasta llegar a otra puerta, en la que Sarah se apoyó e intentó escuchar algo, estaba en busca de enemigos. Después de estar un minuto parados, Sarah negó con la cabeza y abrió la puerta lentamente hasta dejar a la vista de todos el almacén. Katherine avistó en medio de la nave una silla en la que había sentado alguien, a continuación agudizó la vista con una de sus runas hasta que vio quien era.

– ¡Jake! – Gritó de alegría y salió corriendo hacia él.

– ¡Espera! – Sarah intentó agarrarla.

– Esto me parece muy fácil – dijo Eric mirando a Sarah preocupado.

– Lo sé – Sarah se adentró en el almacén junto con Eric.

 

Stephen y Derex llegaron a la puerta trasera, aunque cuando fueron a abrirla, se encontraron con que estaba cerrada mágicamente, así que decidieron volver a la principal. Llegaron y se encontraron con el mismo panorama que con la otra puerta.

– Esto tiene mala pinta – dijo Derex.

– ¿Están dentro? – Preguntó Stephen preocupado –. Si es así, están encerrados y solos. Tenemos que averiguar que estén bien – dijo moviéndose de un lado al otro de la puerta desesperado.

– Podemos mirar por aquellos ventanales que hemos visto en el lateral del almacén – Derex intentó tranquilizar a Stephen –. Vamos.

Llegaron al lateral del almacén y con la magia de Derex, ambos empezaron a flotar hasta llegar a la altura de las ventanas, donde veían el interior de la nave.

–Ahí está Jake – señaló Stephen hacia el interior del almacén.

– Y ahí está el resto – dijo Derex señalando a Katherine que corría hacia la posición de Jake.

 

– ¡Jake! – Gritó Katherine llegando a la silla.




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