Semana 1. Miércoles.
David, 23 años, de estatura alta y algo delgado. Tono de piel blanco, pelo negro y corto, cara redonda, ojos verdes y con una pequeña barba de una semana. Procedencia de Madrid y era un típico estudiante universitario que estaba volviendo a su casa después de unas cuantas horas de clase.
En este instante momento ya se encontraba en su barrio y tan solo tenía que girar la siguiente calle a la izquierda para poder llegar a su portal.
Una vez dentro, subió en el ascensor hasta llegar a su planta, la segunda. Y ya solo tendría que abrir la puerta para poder entrar en su casa y así descansar por fin. Pero se llevó una sorpresa en cuanto se adentró al salón, y es que estaba su padre sentando al lado de la mesa.
– ¿Papa? ¿Qué haces aquí? – Se extrañó David mientras tiraba la mochila al suelo –. ¿No deberías de estar en la oficina?
– Si, debería. Pero has recibido una carta que debería de explicarte con mucho detalle – le contestó su padre seriamente y con la mirada fija en su hijo.
– ¿Qué carta? – Preguntó David algo incomodo por aquella mirada de su padre.
– Esta – su padre la recogió de la mesa y se la ofreció.
David, que dudó por un segundo, la cogió y la echó un vistazo antes de abrirla. Estaba claro que era para él, ya que en la parte delantera estaba escrito a mano y con tinta negra su nombre completo y su dirección. Entonces, sintió curiosidad por saber quien le mandaba eso, ya que en la actualidad, los datos de envío se escriben por ordenador en la mayoría de veces, así que giró la carta y justo en el reverso estaba el origen.
– Escuela de magia de Lesam – susurró David –. ¡Ja! ¿Esto es una broma, no? Ni la voy a abrir – dirigió su mirada a su padre y observó como seguía igual que antes, así que para no enfadarle, la abrió y sacó los dos papeles que había. Uno parecía un billete de autobús y el otro una carta. Así que cogió ésta última y la empezó a leer –. Estimado David. Le comunicamos que ha sido seleccionado para estudiar los próximos tres años en nuestra escuela. Para empezar con el procedimiento, mañana, 31 de Octubre de 2019, se hará una pequeña presentación para los del primer curso. Para poder asistir, deberán de viajar a su destino con el billete que le hemos adjuntado. Gracias por su atención. Firmado, el director de la escuela. Robin Stalinski.
David se iba a empezar a reír por tal aberración, pero no pudo hacerlo, ya que la carta empezó a arder por si sola como por arte de magia. Así que antes de que el fuego pudiese llegar a las yemas de sus dedos, tiró la carta encima de la mesa y observó como lo poco que quedaba de ella se convertía en ceniza.
– ¿Es una cámara oculta, verdad? – Preguntó a su padre con los ojos muy abiertos, pero vio como él seguía igual de serio que hace un par de minutos –. ¿Eres mago? – se le ocurrió preguntar ante tanta locura.
– No, por supuesto que no – su padre negó con la cabeza.
– Entonces estarás conmigo en que esto es alguna broma que ha preparado alguien, ¿verdad? – Insistió David.
– No es una broma, David – le corrigió su padre –. Esa carta es verdad, eres un mago porque tu madre también lo fue.
– ¿Qué? – Fue lo único que se le ocurrió decir a David.
– Tu madre fue una de las mejores magas de la historia. Tenía mucha reputación consigo por todo lo que hizo, pero claro, eso le llevó a tener que enfrentarse a los peores enemigos y criminales que había. Así fue como… – Su padre dejó la frase en el aire.
– ¿Cómo qué? – Exigió David.
– Así fue como tu madre murió, David – pausó –. Le mató un mago, no un accidente de tráfico.
– ¿Estás de broma? – David no sabía cómo tomarse eso, si enfadarse y gritarle o tranquilizarse y pensarlo todo con la cabeza –. ¿Murió el asesino? – Fue lo único que quiso saber David.
– Si – asintió él –. Murieron ambos a la vez…
– ¿Por qué no me lo contase antes? – Se mosqueó.
– ¿Cómo iba hacerlo? ¡Eras un crio cuando todo ocurrió! ¿Qué te hubiese dicho? ¿Qué tu madre fue asesinada por un mago despiadado y loco? A saber cómo reaccionarias…
– ¿Y por qué no me lo dijiste cuando ya era más mayor?
– Tenía intención, pero iban pasando los años y nunca recibiste la carta. Así que pensé que nunca llegarías a ser mago, pero me he equivocado…
– ¿Por qué no iba a poder ser mago? – Preguntó David algo sorprendido.
– No lo sé, ¿vale? No me imaginaba que te iban a enviar la carta tan tarde, pero debe ser que la edad no les importa… – Se lamentó.
– ¿La edad?
– Si – asintió su padre –. Pensaba que te enviaban la propuesta cuando tendrías 16 o 18 años. Pero debe ser que lo envían cuando la persona está preparada.
– ¿A qué te refieres con eso?
– No lo sé. No sé más que tú... Ya que tu madre mantenía muy bien en secreto todo lo relacionado con la magia…
– ¿No te contaba nada? – Le pilló aquello por sorpresa a David.
– Lo tenían prohibido – le contestó –. Es cierto que de vez en cuando soltaba algo relacionado con ello, pero eran frases muy escuetas y que no tenían razón alguna para mí…
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Editado: 12.05.2021