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Semana 1.Sábado.
Cuando David se despertó, eran aproximadamente las diez de la mañana. Así que se desperezó un poco y en cuanto se giró hacía la cama de Nicole, vio que estaba vacía, extrañándolo bastante y haciendo que se levantase de la cama.
Estaba toco oscuro, así que lo primero que hizo fue dirigirse hacia la ventana y abrir la persiana un poco, entrando así la luz del sol en la habitación.
Hacía bastante frio para aquella hora que era, así que cerró la ventana corriendo y se metió de nuevo en el interior, viendo que tenía una nota de Nicole justo encima de la mesa. La cogió y la leyó en voz baja.
– David, tenías bastante razón con lo que me dijiste ayer. Así que me he ido a Michulles con Dewa. Volveremos a la tarde-noche. Pásalo bien. Nicole.
Contento con saber que su amiga le había hecho caso, ya solo quedaba ir a la biblioteca y buscar información sobre La Hermandad. Pero claro, para ello tendría que desayunar primero, así que se dio un duchazo y a continuación se preparó para bajar a la cafetería.
Cuando llegó a la puerta del comedor, todo le pareció extraño, ya que no había visto a nadie en todo el recorrido. Por lo que su intuición le decía que deberían de estar todos en el comedor, pero en cuanto abrió la puerta, se encontró con que toda la sala estaba vacía. Tan solo estaban las dos cocineras, que se encontraban detrás del mostrador cuchicheando cosas, llegando David a la conclusión de que todo el colegio se había ido a Michulles.
– ¿Qué te pongo, cielo? – Le preguntó una de las cocineras desde la lejanía.
– Un café con leche y unas tostadas con mermelada – respondió David sin saber si hacían o no ese desayuno.
– Marchando – dijo la cocinera mientras e puso manos a la obra.
– ¿Por qué no te has ido a Michulles? – Le preguntó la otra cocinera.
– Tenía unos asuntos que resolver… – Contestó David mientras se dirigía al mostrador.
En cuanto la cocinera le sirvió el desayuno en una bandeja, se sentó en una de las muchas mesas que había y se dispuso a comérselo todo.
Una vez acabado, llevó su bandeja con los platos sucios al mostrador, dio las gracias a las cocineras y se marchó en busca de la biblioteca.
Tras encontrarla y buscar los libros él solo, ya que no había bibliotecario y encima los tomos no tenían ningún orden en especifico, se sentó en una de las viejas mesas destartaladas y empezó a leer el libro que tenía como nombre: “La Historia De La Hermandad”.
Llevaba una hora y media de lectura, iba por la página 52 y tenía pinta de que si seguía a esa velocidad, lo acabaría antes de comer. Pero de repente, ante tanta tranquilidad, una alarma empezó a sonar por todo el colegio.
La alarma eran tres toques y a continuación una parada de cinco segundos, sonando aquello de forma constante.
Entonces, David se acordó de que significaba eso, ya que ayer se leyó la mitad del libro de las defensas del colegio. Y por suerte, las alarmas entraban entre la lectura de ayer.
– ¿Un ataque? – Se sorprendió David.
Sin saber muy bien qué hacer y tras pensar en si todo eso sería una prueba o un simulacro, se levantó de la mesa y se asomó a la única ventana que tenía la biblioteca.
Las vistas eran las del patío y la salida del colegio, ya que la biblioteca estaba justo en el centro del edificio y disponía de buenas vistas.
Al principio no pasó nada y no había nada raro, pero todo cambio cuando David vio salir corriendo a una persona que iba encapuchada y que se dirigía hacia la salida. O eso pensaba él, ya que a mitad de camino, se paró en seco y se giró, llevando su vista hacía la ventana en la que estaba justamente David, ocurriendo un breve duelo de miradas.
David no le podía ver la cara y sabía perfectamente que tenía que salir de ahí corriendo. Pero en cuanto quiso hacerlo, fue demasiado tarde, ya que de repente, los cristales de la ventana volaron hacia el interior de la biblioteca. Sufriendo así David unos cortes muy feos por todo el cuerpo.
– ¡Mierda! – Gritó David –. ¡Serás! – David acumuló tanta ira en un interior, que sin saber el cómo, una bola de fuego le salió de la nada en su mano derecha y se lo lanzó al encapuchado sin apenas atinar.
La suerte parecía estar de su lado, ya que la bola le dio de lleno en la capa del enemigo, quemándose todo el atuendo y dejando a la vista lo que realmente era, un esqueleto.
A David le dio un repelús al ver tan semejante cosa, pero el esqueleto no se quedó quieto y salió corriendo hacía el bosque, perdiéndolo de vista al completo. No fue hasta en ese momento, en el que David sintió el dolor de cada una de las heridas que tenía, sobre todo la que tenía en el bíceps del brazo derecho. Ya que era una brecha bastante grande y por la que no paraba de salir sangre, así que dejó lo que estaba haciendo y se fue en busca del director.
A continuación salió a la biblioteca, anduvo unos quinces metros hasta bajar por las escaleras, momento en el que se llevó su mano izquierda hacia la herida del brazo, ya que le molestaba más aun. Seguidamente anduvo por el pasillo hasta girar a la derecha, encontrándose por sorpresa con el director. No estaba solo, Adam, Delamarte y una profesora que no conocía de nada, le acompañaban. Pero la cosa no acababa ahí, ya que David vio que los profesores estaban ayudando a levantar a una alumna.
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Editado: 12.05.2021