1. Lesam. La Hermandad

Capitulo 13

Semana 16. Lunes.

David estaba dormido profundamente cuando de repente, empezó a sonar el despertador, cosa que le sorprendió bastante, ya que casi siempre se levantaba cinco minutos antes de que sonase. Pero a diferencia de los otros días, notó cómo algo le estaba presionando el costado derecho, así que abrió los ojos y se quitó las sábanas. Descubriendo que se trataba de Kinnei, que se encontraba acurrucado al cuerpo de él.

Pero antes de que pudiese decir o hacer algo, el zorro abrió los ojos, se levantó de golpe y se dirigió hacia la cara de David para comenzar a lamérsela.

– Buenos días, chico – le dijo a Kinnei mientras le acariciaba el cuerpo.

– ¡Agh! Asqueroso – comentó Nicole desde su cama.

– Ya quisieras tú que te hiciese eso... – Añadió él mientras se desperezaba y se levantaba de la cama.

– No, gracias – sentenció ella mientras se daba la vuelta hacia la pared.

Entonces, David se estiró al completo y a continuación se fue hacia la ventana para subir la persiana hasta la mitad.

– Uf... – Susurró Nicole en cuanto entró la luz en la habitación.

– Vamos dormilona. No me hagas hacer que Kinnei te lama la cara – le amenazó él mientras se daba cuenta de que había una pequeña nota informativa justo encima de la mesa.

– ¡Ni hablar! – Soltó Nicole dando un buen salto de su cama a la vez que David comenzaba a leer la nota.

"Queridos alumnos,

A partir de hoy ya podréis salir al patio.

Disfrutad."

– ¡Ya se puede salir afuera! – Gritó él tras leer el mensaje –. ¿No te hace ilusión, Kinnei? Ya podrás conocer los terrenos de la escuela.

El zorro aulló en su respuesta y David abrió la ventana para asomarse un segundo y así poder echar un vistazo.

Todavía quedaba algo de hielo, pero eso no impidió a los primeros alumnos salir al exterior a jugar.

– ¿Es qué están locos? – Preguntó David –. Hace un frio helador...

– Llevan dos semanas sin salir, David – le contestó Nicole –. No cómo no nosotros, que tuvimos la suerte de que el director aceptase el abrirnos un portal a Michulles todos los días con el objetivo de pasear a Kinnei – pausó –. Aún no sé el cómo lo lograste...

David no pudo responder a eso, ya que se dio cuenta de que los alumnos no eran los únicos que estaban por la zona. Había situados cada pocos metros unos hombres vestidos de negro. Llevaban casco, un chaleco, botas de montaña, enfundaban una larga espada y parecía que se estaban vigilando el terreno.

– ¡Pero qué diantres! – Soltó David en voz alta. Lo que provocó que el hombre que estaba justo debajo de ellos, mirase hacia arriba –. Ups – agregó él mientras se metía de nuevo en la habitación y cerraba la ventana –. Ocurre algo raro ahí abajo, Nicole – le comentó.

– Estarán jugando a algún estúpido y absurdo juego – respondió ella mientras se estiraba un poco.

– No, no es nada de eso – negó David –. Hay gente rara por toda la escuela.

– ¿De qué estás hablando? – Nicole se acercó a la ventana y miró al exterior tras el cristal. Viendo que David tenía razón –. Qué raro... Será mejor que bajemos... – Propuso.

– Sí, será lo idóneo – asintió él.

A lo que Kinnei respondió con un aullido.

– No – negó ahora –. Tú no puedes venir, Kinnei. Recuerda las normas – se agachó para ver de cerca a su mascota.

El zorro respondió con un aullido corto y con otro tono diferente respecto al interior.

– Ya lo sé, Kinnei. ¿Pero y qué quieres que haga, eh? – Le preguntó –. Este fin de semana tendrás mucho tiempo para estar afuera, así que se paciente, ¿vale?

Kinnei dio un aullido corto y firme.

– Así me gusta, chico – David le acarició la cabeza al escuchar esa respuesta.

– ¿De verdad le entiendes? – Preguntó su compañera tras ver aquella escena.

– Kinnei responde con distintos tonos y duraciones – David dejó de acariciarle y se levantó de nuevo. Viendo que Nicole le estaba poniendo los ojos en blanco –. ¿Qué? – Mascullo él –. Ya verás cómo al paso de los días tú también le entenderás.

– Veremos... – Susurró ella mientras se dirigía hacia su armario para sacarse ropa limpia.

 

Diez minutos después...

David y Nicole se encontraban bajando las escaleras, cuando de repente, al llegar a la planta baja, se toparon con una larga cola de alumnos de todos los cursos.

– ¿Pero qué pasa aquí? – Se sorprendió Nicole.

– ¿Qué es lo que regalan? – Le preguntó David al último chico de la fila.

– Poder disfrutar de diez minutos en el patio – respondió el chico con mucho entusiasmo.

– ¡¿Pero qué dices?! – Se exaltó David.

– Vamos – Nicole le agarró de la mano y tiró de él –. Vayamos al comedor, que esto me parece una locura...




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