Semana 18.Viernes.
Los primeros días desde que volvieron del refugio fueron bastante extraños para David, ya que no hacía caso a los profesores, no atendía a clase y apenas hablaba con alguien. Pero todo cambió cuando llegó el lunes de la actual semana. Ya que Emily se sentó a su lado durante las clases, logrando que David volviese a la normalidad.
Hoy, viernes, se suponía que tenían algún tipo de prueba. Así que tras desayunar y pasear a Kinnei, David fue a clase y se sentó en su sitio antes de que fuese la hora.
Entonces, la tranquilidad de la clase, que estaba vacía, se vio invadida por el griterío de alumnos que entraban corriendo en el aula para sentarse en sus correspondientes pupitres.
– Hola, David – le dijo Emily nada más atravesar la puerta y sentarse a su lado.
En ese instante, David se dio cuenta de que iba más arreglada de lo habitual, ya que se había maquillado la cara y, para sorpresa de él, se había recogido el pelo en una coleta.
– Bonito look – le comentó él.
– Es para la prueba – contestó ella mientras se acomodaba en la silla –. ¿Qué te parece? – Hizo un movimiento con la cabeza para enseñárselo bien.
– Pues... – David pausó para elegir las palabras adecuadas, ya que era la primera vez que le pedían ese tipo de opinión –. Es diferente.
– Buenos días, clase – dijo Adam entrando en el aula junto a Fedora y Aris.
Los alumnos le devolvieron el saludo.
– Cómo ya sabréis – se paró delante de ellos –. Hoy tenemos una prueba – pausó –. Pero no una cualquiera. Si no una que vale el 50% de la nota de este segundo trimestre – soltó para sorpresa de todos. Lo que provocó un buen tumulto entre los alumnos.
– Fantástico – masculló David en bajo.
– ¡Silencio! ¡Silencio! – Gritó Fedora –. Tenéis que estar preparados para cualquier imprevisto. No todo es un mundo de rosas...
– Gracias, Fedora – continuó Adam –. Y tal y cómo dice mi compañera, tenéis que ateneros a las consecuencias. Así que por favor, elegir a vuestro compañero, ya que la prueba será por parejas.
Y tras estas últimas palabras, y de manera indirecta, Emily se giró hacia él en busca de una respuesta.
– Sí, tranquila. Lo haremos juntos – afirmó David algo nervioso, ya que nunca había trabajado con ella.
– Gracias – asintió ella –. Prometo que lo haré lo mejor que pueda.
– No hace falta que prometas nada, Emily. Sé que lo vas a hacer bien – soltó David de manera automática y casi sin darse cuenta. Lo que provocó que se llevase una larga e incómoda mirada de ella.
– Gracias, David – dijo Emily al fin.
– Bueno, si ya tenéis las parejas formadas... – Continuó hablando Adam –. Será mejor que comencemos con la prueba – anunció –. ¡Dewa y Erik! ¡Sois los primeros!
Y a continuación, los dos compañeros se levantaron y se fueron de aula junto a los profesores, dejando la clase sin nadie que les supervisara.
Fueron pasando los minutos, y cada media hora aproximadamente, iban llamando a una pareja. Así que cuando el reloj marcaba en punto o a y media, los alumnos se callaban de golpe para poder escuchar los nombres de las siguientes personas que iban a hacer la prueba.
Eran las diez y media pasadas, cuando por fin anunciaron el nombre de David y Emily. Por lo que salieron de la clase bajo la atenta mirada de los compañeros que aún quedaban en el aula.
– Me ha sorprendido bastante que vosotros dos os juntaseis – les comentó Adam tras comenzar a andar.
– ¿Y eso por qué? – Quiso saber David algo mosqueado al escuchar eso.
– Pensaba que elegirías a alguien más... – Pausó –. Fuerte – sentenció.
– ¡Emily tiene todo lo que hace falta para que sea mi compañera! – Soltó él para defenderla. Lo que hizo que ella se avergonzase un poco.
– No te digo yo que no – respondió Adam parándose de golpe en una puerta tras tan solo andar unos veinte metros –. Antes de que comencéis la prueba, necesitáis saber dos cosas. Una, tenéis 25 minutos para robar la joya. Y dos, no podéis utilizar nada de magia y tendréis que ser lo más sigilosos posibles.
– ¡¿Sin magia?! – Se exaltó Emily.
– Hay situaciones en las que es mejor no utilizar la magia. Así que hemos decidido crear una prueba para ver cómo os las apañáis – les explicó Adam.
– ¡Pero eso es injusto! – Se quejó Emily.
– Nada en esta vida es justo – le comentó el tutor –. ¡Ah! Tenéis un minuto para inspeccionar la casa antes de que la pruebe comience. Adelante – Adam abrió la puerta y señaló al interior de un aula que estaba completamente a oscuras.
Así que sin más remedio, ambos se metieron en la clase y cerraron la puerta tras ellos. Teletransportandolos automáticamente a otro sitio.
– Argh. Odio cuando hacen esto – refunfuñó David en cuanto le dio la luz del sol en toda la cara.
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Editado: 12.05.2021