1. Lesam. La Hermandad

Capitulo 17

Semana 18.Sábado.

David abrió los ojos y lo primero que percibió fue un dolor horrible en la espalda y en el cuello, llegando a la conclusión de que había sido provocado por dormirse en el sillón. Lo segundo en lo que se dio cuenta, fue que había mucha luz ahí dentro, por lo que ya había amanecido. Así que miró la hora y vio que eran las nueve pasadas. Y de lo último de lo que se percató, fue de que seguía dándole la mano a la dormida Nicole.

En ese instante, David quería quedarse con su amiga durante el máximo tiempo posible. Pero se acordó de que la escuela quizás notase su falta de presencia, así que tendría que volver allí para que los profesores no se alertasen. Así que se levantó del sillón y ahora sí que pudo ver a Nicole bien. Estaba algo pálida, tenía los labios entumecidos y una sabana la tapaba hasta la altura de la operación.

– Ya volveré otro rato, ¿vale? – David se acercó a ella y la dio un beso en la frente.

Pero cuando quiso soltarse de la mano de ella, notó un fuerte apretón.

– No te vayas, por favor... – Susurró Nicole de repente. Lo que provocó que a David le diese un vuelco al corazón.

– ¿Nicole? ¿Estás despierta? – Preguntó él sin apenas creérselo.

Y a continuación, Nicole fue abriendo los ojos lentamente.

– Hola – dijo ella intentando mostrar una sonrisa.

– ¡Ey! – David se sentó en el borde de la cama –. ¿Cómo te sientes?

– Cómo si me hubiese atropellado un tren...

– Bueno, es que lo hicieron, ¿no? – Le guiñó el ojo derecho.

Nicole tan solo sonrió.

– Me alegro mucho que estés despierta. Me has dado un buen susto, ¿sabes? – Confesó él.

– ¿De verdad? – Intentó poner cara de sorprendida, pero no pudo.

– Pues claro que sí, boba – David la sacó la lengua.

– Seguro que lo estás diciendo de broma...

– No lo estoy diciendo de broma – afirmo él –. Te he echado de menos, Nicole – soltó por sorpresa, dándose cuenta David de lo que acababa de decir. Así que lo intentó rectificar lo más rápido posible –. Todos te echamos de menos...

– Ya, ya... – Susurró Nicole con una sonrisa al saber el cómo se sentía David.

– Es verdad, Nicole – asintió él –. Todo el mundo cree que eres una heroína por lo que hiciste en la batalla.

Nicole se sonrojó un poco.

Pero antes de que pudiese responder, la puerta de la habitación se abrió y entraron los padres de Nicole junto a un medico.

– ¡Cariño mío! ¡Si estás despierto! – Natalie corrió hacia el lado de la cama libre –. ¿Qué tal estás, cielo?

– ¿Bien? – Respondió ella.

Entonces, David se dio cuenta de que ahí sobraba. Así que decidió que era la hora de marcharse.

– Bueno... Yo me tengo que ir... – Anunció él.

– ¡Oh, por favor! ¡No lo hagas! – Soltó la madre.

– Llevo bastante tiempo fuera de la escuela y es probable que les esté empezando a preocupar. Así que será mejor que vuelva – les explicó David.

Natalie tan solo asintió.

– Ya volveré en otro momento, ¿vale? – Le dijo a Nicole.

Ella sonrió y a continuación le soltó la mano.

– Gracias señora Natalie – David mostró su gratitud y se levantó.

– Gracias a ti – añadió ella.

David asintió y se giró hacia la puerta, viendo que el padre le estaba ofreciendo una mano. Así que tras estrechársela, se despidió una vez más y abandonó la habitación.

En cuanto pisó el pasillo, un cansancio brutal le cayó en el cuerpo, ya que al fin y al cabo, dormir en el hospital no era dormir. Así que se fue a la sala de mantenimiento en la que apareció ayer, sacó el mando, pulsó el botón, se creó un portal y finalmente lo cruzó.

Apareció en la puerta del colegio. Y lo que tenía claro, era que iba a ir a su habitación para poder dormir un poco más. Así que tras mostrar sus credenciales de delegado al guardia de la entrada, cruzó la puerta y se dirigió hacia el edificio por el patio principal.

Pero la suerte de David hizo que se cruzase con Emily a mitad de camino. Iba sola, arreglada, en dirección de la puerta y con una maleta de mano.

– ¿Emily? – Se extrañó David en cuanto se cruzaron.

– David – le saludo con la mano libre que tenía –. ¿En dónde estuviste ayer? No te vi en toda la tarde...

– Ya, bueno... Es que he estado en el hospital – le explicó.

– ¿Qué qué? ¿Te ha pasado algo? ¿Estás bien? – Se preocupó ella.

– No, no, tranquila. Solo fui a ver a Nicole – lo aclaró todo.

– ¡Ah! Vale – se alivió Emily –. ¿Y está bien?

– Sí – asintió –. Está despierta.

– ¡Me alegro mucho!

– ¿Y tú, Emily? ¿A dónde vas? – Quiso saber David.




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