Semana 19.Miércoles.
David estuvo dándole vueltas a la cabeza sobre la misión secreta durante los últimos tres días. Así que tras recopilar todo tipo de información, decidió que hoy era el día. Por lo que avisó a Alessia y a Ángela la noche anterior.
Sus compañeros de equipo no sabían nada acerca del plan de David. Tan solo que se tenían que reunir en la puerta este del edificio pasados unos minutos de la primera hora de la clase.
Los tres sabían que tenían que disimular mucho para que la gente no se diese cuenta de que ocurría algo raro. Así que David, por su parte, tras acabar de desayunar, les dijo a sus compañeros que se iba a pasear a Kinnei. Pero Ángela, que estaba en la misma mesa que él, aprovechó la ocasión y le dijo que le acompañaba. Así que cogieron sus cosas y se marcharon a la habitación.
– No deberías de haber venido conmigo – le comentó David en cuanto entraron en su cuarto.
– Si no lo hubiese hecho, Emily se hubiera presentado voluntaria – entró en la habitación y cerró la puerta –. Y siendo como eres, no le habrías dicho que no.
David masculló entre dientes y tras guardarse unas cosas en uno de los bolsillos de la cazadora, se fue hacia Kinnei.
– Se que no te gusta la idea y que odias esa cosa. Pero… Nos puedes servir de ayuda, ¿sabes? – Le dijo al zorro.
Su mascota dudó al principio, pero después aulló en significado de sí.
– Me alegro de que aceptes, compañero – le acarició y a continuación se levantó y sacó la jaula.
– ¡Espera un momento! – Se exaltó Ángela –. ¿Te lo vas a llevar a la misión?
– Claro que si, Ángela – asintió él –. Kinnei puede detectar lo malo y lo bueno, ¿recuerdas? – Pausó –. Y la única forma de que no llame la atención es llevarle en esta jaula – David abrió la puertecilla y el zorro entró al instante.
– Espero que tengas razón...
David y Ángela esperaron en su habitación impacientemente hasta que por fin sonó el esperado timbre, empezando así la misión.
Tenían que reunirse pasado unos cinco minutos. Así que cuando pasaron tres, los dos salieron al pasillo, miraron que no hubiese nadie a su alrededor y se fueron en dirección de la puerta este.
Era bastante fácil llegar hasta allí. Tan solo tenían que bajar hasta la planta baja y recorrer el pasillo de la izquierda hasta el final.
Buena cara de sorpresa se llevaron los dos cuando vieron que Alessia ya les estaba esperando.
– ¿Qué? ¿Ocurre algo? – Preguntó ella en cuanto los vio.
– No, nada – negó él –. Tomad, vuestras acreditaciones – David sacó de su bolsillo las dos chapas y se las ofreció a sus compañeras.
– ¿Y cuál es el plan? – Quiso saber Alessia.
– Salgamos, vamos – David abrió la puerta y salieron al patio.
Entonces, recorrieron los pocos metros que les separaban de la entrada del colegio. Enseñaron las acreditaciones al guardia y a continuación cruzaron la verja y anduvieron un poco más hasta alejarse lo suficiente del colegio.
– Está bien – David se paró de golpe –. Os contaré el plan – anunció –. Desde que reforzaron la seguridad en los colegios, solo se puede entrar en Sekiu a través del portal de Berlín.
– ¿Berlín? – Se sorprendió Ángela.
– Sí… ¿Pero qué es lo que pasa? Que es probable que haya miembros de La Hermandad vigilando ese portal. Así que no podemos ir por allí, ya que nos podrían descubrir fácilmente.
– ¿No decías que era la única manera de ir hasta allí? ¿Entonces? – Le preguntó Alessia.
– Pues verás – continuó hablando –. He estado investigando y resulta que hoy se celebra en Saint Castle el torneo de futgía más importante de Francia. ¿Y a qué no adivináis quien va?
– ¿Los alumnos de Sekiu? – Se aventuró a decir Ángela.
– ¡Eso es!– Asintió él –. Y eso significa que abrirán un portal a esa población. Por lo que, tan solo tenemos que ir allí y seguir a los alumnos para que nos lleven al portal de la escuela.
– ¿Tan solo? – Refunfuñó Ángela.
– ¿Y cómo llegamos hasta Saint Castle? – Quiso averiguar Ángela.
– Iremos a Michulles y atravesaremos el portal de Londres. Desde allí iremos a Nápoles. Y desde Italia cruzaremos a Saint Castle – le explicó David.
– ¿Tres portales? – Alessia no se lo podía creer –. ¿Estás seguro de que no nos perderemos?
– Por eso llevo a Kinnei – recalcó él –. Para decirnos si es el portal bueno o el malo.
– ¿Estás seguro de qué eso funciona así? – Preguntó Ángela.
Kinnei respondió por David con un largo aullido.
Tardaron más de dos horas en llegar a Saint Castle, ya que Londres y Nápoles eran ciudades muy grandes y tuvieron que andar un buen rato entre portal y portal. Pero lo importante ahora mismo es que ya habían llegado.
Aparecieron en una plaza en la que había una decena de portales por las que aparecían constantemente mucha gente.
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Editado: 12.05.2021