1. Lesam. La Hermandad

Capitulo 19

Semana 19.Domingo.

Ángela, Alessia y David entraron en su piso después de haber corrido durante una hora.

– Tienes que hacer más ejercicio, Alessia – le aconsejó David tras cerrar la puerta.

– Casi te dejamos atrás – añadió Ángela dirigiéndose hacia la cocina para beber agua.

– Lo mío no es correr. Ya os lo he dicho – refunfuñó Alessia.

– ¿Y cómo pretendes participar en atrapa la bandera? ¿Sentada? – Le recriminó David amistosamente.

– Pena que al final no permitan público – comentó Ángela con una botella en la mano –. Me hubiera gustado verlo – pegó un sorbo.

– Ja, ja – soltó Alessia de forma sarcástica.

– Chicos – Guillermo apareció por sorpresa –. Ya han reabierto el colegio – anunció.

– ¿Ya? ¿Por fin? – Preguntó Ángela.

– Sí – asintió él –. Os he pedido un taxi mágico para después de comer.

Kinnei aulló de emoción.

 

Antes de marcharse...

Los chicos estaban revisando una última vez su equipaje cuando el padre de David les habló.

– Recordar toda la coartada, ¿vale? Ya que cualquier fallo en cualquier detalle hará que os delatéis – les recordó Guillermo.

– Ya lo sabemos, respondió David.

Guillermo se acercó a David sin decir nada y le dio un abrazo.

– Un placer conoceros, chicas – dijo su padre tras separarse de él.

– El placer es nuestro – contestó Alessia.

– Sí. Y muchas gracias por su hospitalidad – añadió Ángela.

– No es nada... – Guillermo pausó para mirarlos detenidamente –. Tener cuidado, ¿vale?

– Cuenta con eso – contestó David.

Y a continuación los tres se marcharon de allí.

 

En el colegio...

En cuanto entraron en el recinto escolar, vieron que el patio estaba a reventar de alumnos que estaban tomando aire a pesar del fresco que aún hacia.

– ¡Anda! Es Robin – soltó Alessia de golpe –. Hasta luego, chicos – salió corriendo hacia un banco en el que se encontraba su amigo.

– Y ahí están mis compañeros de clase – anunció Ángela –. Así que te dejo solo, ¿vale?

– Se cuidarme yo solo... – Respondió él.

– No ante Emily – contestó ella mientras se iba con sus amigos.

David refunfuñó al escuchar eso, pero al instante reanudó su marcha hacia su habitación para dejar a Kinnei en la habitación.

 

En cuanto entró en su cuarto, se llevó la sorpresa al ver que Nicole se encontraba sentada en la mesa leyendo algo.

– ¿Nicole? – Dijo David.

Nicole se giró hacia la puerta y sonrió al ver quién era.

– ¡Ah! ¡Hola!

David dejó a Kinnei encima de su cama y obligó a Nicole a levantarse para darle un débil abrazo que no le hiciese daño.

– Siento mucho el no poder haber ido a visitarte más. He estado ocupado – se disculpó él tras romper el abrazo.

– No pasa nasa, ya me imaginé algo de eso... – Contestó ella.

– ¿Cuando has vuelto? – Se interesó David.

– Esta mañana – respondió Nicole –. ¿Y por qué está Kinnei en una jaula?

El zorro aulló en busca de libertad.

– ¡Cierto! – David se fue hacia la jaula y la abrió para que su mascota pudiese ser libre.

– ¿Y bien? – Insistió ella.

– Es una historia larga de contar. ¿Por dónde empezamos?

Por ningún sitio, ya que alguien llamó a la puerta y la abrió al instante.

– ¿Señor ministro? – Se sorprendió David al ver quién era.

– ¿Podemos hablar en privado? – Preguntó Magnus seriamente.

– Sí, claro – respondió él saliendo al pasillo.

– Sígueme, por favor – el ministro empezó a caminar.

David odiaba a Magnus por lo incompetente que era, por lo mal que hacia las cosas y por su forma de ser. Pero no tuvo más remedio que seguirle para que la coartada funcionase al 100%.

En cuanto se alejaron de las habitaciones, se metieron en el primer aula vacío que se encontraron. Descubriendo David que era la clase de metal, ya que en la pizarra había anotados varias cosas sobre ese elemento.

– Ósea que estuvisteis de misión, ¿no? – Le preguntó Magnus nada más entrar.

– Sí – asintió él.

– ¿Y en qué consistía la misión? – Quiso saber el ministro.

– Adentrarnos en el bosque encantado para conseguir setas mágicas – explicó.

– ¿Qué tipo de setas?




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