CAPÍTULO 9
CALLE LOWELL, 9 PM
Convoqué una reunión por Zoom con mis amigas para descifrar el misterio. Es lo que solemos hacer cuando los inconvenientes de cuidado de niños o madres dominantes se interponen para vernos en persona. Aparte, nos ahorra tiempo, lo cual es vital dada las circunstancias.
—Pero… ¿Sabes dónde queda esa calle? —pregunta Stephanie.
—Ni idea —respondo al tiempo que niego con la cabeza.
— ¿Cuándo será la cita? ¿Será esta misma noche?
—No lo sé…supongo…
—Mínimo debiste preguntarle eso… —señala seguido Camila.
—Les dije que no hubo tiempo de preguntar detalles ni pedir explicaciones —reitero por quinta vez —escuchamos llegar el grupo de la próxima clase y tuvimos que cortar. No quiero imaginar que pasaría si nos pillaban en una situación tan comprometedora como aquella.
— ¡Qué horror! No quiero pensarlo.
Laura todavía no se une a la conversación. Está muy pensativa intentando descifrar el misterio.
—Ni siquiera sabemos de seguro que sea una cita…—Laura habla por fin, poniendo todo en duda —porque igual te estaba indicando la hora en la que te van a arrestar y la dirección donde queda la cárcel donde te van a meter.
—Ay, no seas exagerada, Laura —intervino Stephanie —seguro es la dirección de su casa donde quiere ver a Nikki para castigarla bien duro por lo que le hizo a la foto…
Rompemos a reír por el comentario. Las risas resuenan por todos lados. Yo también me uno a ellas pero la duda sigue inquietándome y no me permite saborear el momento por completo.
—Está bien, chicas…dejemos la broma de lado y ayúdenme a buscar donde queda esa calle —les pido y todas nos damos a la tarea. El buscador de la web nos indica tres distintos lugares que tienen calles con ese nombre. Descartamos los primeros dos por ser demasiado lejos y elegimos el que queda en nuestra misma ciudad.
—Por ser el más cercano, debe ser ese pero no hay nada allí…es una calle bastante desierta, apenas un par de residencias ¿Vivirá ahí? —Stephanie tiene todo el porte de detective de serie televisada.
—Ay, no sé amiga. Yo no me arriesgaría…menos de noche —Laura y su eterno pesimismo me parecen acertados por primera vez.
—No puede ser la dirección de su casa. Se expone a que llegue la Veronique y los atrape en el acto —advierte Stephanie.
—La idea no me molesta. Así de una vez salgo de la lagartija esa —respondo.
—Nos estamos olvidando que Mr. Nash es muy cuidadoso, que no va a citar a Nikki en su propia residencia…no es propio de él…—concluye Camila.
— ¿Entonces? ¿Qué hago? ¿Lo dejo pasar por falta de detalles? —cuestiono.
Permanecemos en silencio devanándonos los sesos en busca de una solución. No quiero perder la oportunidad de ver a Mr. Nash fuera del aula. Sería el momento ideal para usar mis artes amatorias y enredarlo de tal forma que enloquezca de amor por mí y no pueda olvidarme. Pero no me siento confiada en aparecerme en una calle oscura y desconocida en horas nocturnas sin saber a lo que me expongo y sin tener certeza de lo que pretende.
Nos quedamos todas en silencio por un rato.
— ¡Ya sé! —Interrumpe súbitamente Camila.
Ahora todas dirigimos nuestra atención a ella.
— ¡Iremos todas! —exclama sin poder contener la emoción.
Me toma un momento reaccionar a su propuesta pero no tuve que meditarlo demasiado. Me parece un plan sensato.
— ¿Cuándo? ¿Esta noche? —pregunta Laura.
— ¡Claro! Esta noche Nikki llegará a esa dirección donde ya estaremos nosotras esperando. Nos mantendremos en contacto por mensajes y avisaremos si vemos cualquier movimiento extraño.
Estuvimos de acuerdo con el plan. Ultimamos los detalles y nos despedimos.
De golpe me resurgió el entusiasmo por el futuro encuentro y me ilusioné con la cita. Lancé un grito emocionado, sonriente y feliz. Abrí el armario y luego de descartar varios atuendos elegí el vestido ceñido con corte de sirena que compré cuando fui de tiendas con Camila, ese que marca mi figura, mis tetas y mi trasero y que estoy segura lo volverá loco. Uso mi mejor perfume y llevo el cabello suelto para que pueda halarlo cuando me haga suya. Sentía la piel erizarse tan solo de pensar en la noche maravillosa que íbamos a pasar Mr. Nash y yo. Esta vez no lo dejaría escapar como la noche de la fiesta de máscaras. Esta noche yo marcaría un antes y un después en su vida.
***
Las amigas llegaron un poco antes que yo. Se ubicaron estratégicamente en distintos puntos de la calle Lowell. Es en verdad una calle lúgubre, con poca iluminación y casi desértica a no ser por unas pocas residencias dispersadas aquí y allá. Solo unas luces encendidas hacen que la oscuridad no sea completa.
“Ay, Nikki…que oscuro es esto…lo pueden hacer ahí mismo y nadie se entera…” lee el mensaje de Stephanie, quien fue la primera en llegar.
Estaciono mi auto en uno de los puntos con mayor iluminación y espero dentro del auto con los seguros puestos y el teléfono a la mano. De vez en cuando me retoco el maquillaje y me aseguro de estar perfecta para el encuentro.
Estoy nerviosa pero de buena manera. Es misterioso y divertido a la vez. Me parece inconcebible que una cita pueda estar igualmente cargada de expectativa y deseo así como de misterio y hasta algo de turbidez. Me asusta pero me gusta. ¡Tan excitante que puedo imaginar el momento en que me quite las bragas pequeñitas que me puse especialmente para él!
Tengo el corazón agitado, las manos me sudan y por momentos pienso que la situación excede cualquier idea que tuviera antes. Siempre supe que conquistar a Mr. Nash sería un reto, lo que no sospechaba era la magnitud. ¡Es intenso! ¡Me emociono ante cada auto que veo acercarse!
El tiempo fue pasando y me pareció eterno.
Los mensajes que intercambiamos entre nosotras debieron exceder cualquier record previo. La noche avanzaba y no hubo señales de la aparición de Mr. Nash por ningún lado. Conozco muy bien su auto, una camioneta blanca y ultramoderna de esas que parecen adueñarse de la carretera cuando transitan. Pero de los pocos autos que pasaron, ninguno se le parecía.