Seguía molesta con Kiran, como fue capaz de decir que había aceptado una cita con él, fijo mi padre, iba a interrogarme cuando volviera a casa, y todo por el imbécil, pero sexi de mi vecino, esa aura fría y misterioso me causa curiosidad, además esa voz ronca me hacía imaginar miles de cosas.
No puedo apartar la mirada de sus labios color rojo que se volvían más tentadores a cada instante, puedo observar sus músculos bien trabajados bajo esa camiseta que lo hacía ver sexi y apetecible, entonces entendí a esas pobres chicas que llegaban en las noches para que él les succionara la vida, como resistirse a algo como eso.
—¿Confías en mí? —Me pregunta mientras se sienta a mi lado.
Su pregunta me saca de mis pensamientos, puse los ojos en blanco, definitivamente, está loco.
—Jamás podría confiar en ti, mira lo que hiciste para que viniera contigo, me chantajeaste, eres un completo idiota.
Me miró fijamente por unos segundos y suspiro con frustración, no le iba a dejar las cosas tan fáciles.
—Lo sé —dice encogiéndose de hombros —pero me gustaría ser tu amigo, eso es todo, es difícil de entender.
Mis carcajadas no se hacen esperar, Kiran, pidiéndome ser amigos, nunca lo imagino, ni en mil años.
—Tú quieres ser mi amigo, si como no, y yo soy virgen —le digo en broma.
El chico me miro y se remoja los labios, parecía tener absoluta curiosidad, negué con la cabeza rápidamente, había soltado información confidencial.
—¿Eres virgen? —Pregunto de manera coqueta.
Mis mejillas se tiñeron de rojo en segundos, este imbécil es como Walter Mercado, adivina de todo.
—¡¿Qué?! —Lo miro sorprendida —ese no es tu problema Adams, es un decir nada más.
Su risita divertida no se hizo esperar, me miraba como a su presa, mi corazón empezó a latir con fuerza y mis hormonas se alborotaron en segundos, empiezo a sentir más calor de lo normal, por todos los santos de las mujeres solteras ayúdenme que estoy a punto de caer en el maldito pecado, se ve bueno, pero no puedo ser como las demás chicas.
—Creo que lo eres, por como reaccionas a mi pregunta, pero si quieres puedo ayudarte con ese problema, preciosa.
Se inclinó hacia mí para besarme y lo único que saboreo fue el impacto de mi mano contra su mejilla, no iba a ceder a sus encantos.
Se frotó la mejilla adolorida, me estaba desnudaba con la mirada, y después pregunta por qué carajos no confiaba en él.
—Mantén tu distancia —le advierto algo molesta —por ese motivo no confío en ti.
Lo veo pasarse las manos por el cabello algo nervioso, me cruzó de brazos, quiero irme de aquí.
—Empecemos de cero, de acuerdo, soy un completo idiota, lo acepto, ¡Hola! Soy Kiran.
Lo miro y sigo sin confiar en él, ser su amiga quizás era lo más sensato para que dejara de molestarme.
—¡Hola! Soy Antonella, tu vecina a la cual odias y acosas desde la oscuridad.
Kiran me mira con diversión, nunca lo había visto sonreír tanto, puede ser algo bueno.
—No te odio mujer y tampoco te acoso, quizás solo te miro de vez en cuando, me gusta observar ese trasero que tienes.
Definitivamente, Kiran no va a cambiar, todavía no confió en él.
—No deberías ver lo que no te pertenece —habló con sarcasmo.
—¿Podemos ser amigos? —Pregunta de nuevo.
Me debato entre aceptarlo o no, necesito los consejos de Naty en este momento, sin ella estoy totalmente perdida.
—Quizás pueda intentarlo, no lo sé, desconfío mucho de ti, además no quiero problemas con tu noviecita, que parece un chicle pegado a ti.
—Ya no tengo novia, tú me conoces, me aburren con facilidad.
Lo miró por unos segundos, ese es Kiran, nunca tiene nada serio con ninguna mujer, todas eran botadas de su vida cuando él se aburría de ellas.
Observo cómo el chico se quita la camisa, trato de disimular que no lo observo, luego termino por quitarse el short y se tira al lago, mi mirada viajo a todo lo que cargaba ese hombre, de seguro lo hacía para hacerme caer, ese pensamiento cruzó mi mente, lo vio nadar tranquilamente en el agua, Kiran tenía muchas mujeres hermosas a sus pies, para que poner sus ojos en ella.
—¿Quieres venir? Está fresca el agua.
—No gracias —respondí con poco interés.
—¿Por qué no? Dime una excusa, pero que sea buena señorita Hall.
—No sé nadar baboso.
—Buena respuesta, te lo pierdes.
—Dime, ¿por qué no crees en el amor? —La curiosidad me está matando, le habrán roto el corazón antes.
—Por qué es una estupidez, las personas siempre terminan lastimándote por más que digan que no lo harán, métete eso en la cabeza Hall.
Puede que le hayan roto el corazón en algún momento, por ese motivo, no confía en nadie, es lo más lógico, cuando te hacen daño, cambias tu manera de pensar.
—¿Alguna vez te han roto el corazón? —Le pregunto mientras lo observo nadar a la orilla.
Sale del agua y lo veo un poco pensativo, creo que di con el problema.
—Quizás sí, quizás no, deberías de dejar de preguntar tanto Anto, la curiosidad no siempre es buena, hora de irnos, no quiero que tu papá desconfíe de mí.
—Desde cuando te preocupa eso —bromeó.
—Desde que tu padre me amenazo con golpearme si te hacía algo malo.
—Tiene lógica, si lo dices de esa manera.
Le muestro una sonrisa, lo observo vestirse tranquilamente, subo a su coche y regresamos en horas de la tarde, Kiran me dejó en la entrada, le agradecí su amabilidad y camine hasta la puerta, levante mi mano en forma de despedida y entre.